Casi todo el edificio teórico-práctico del que disponemos en gestión empresarial, se basa en un discurso de competencia, no de colaboración. Los negocios compiten, las personas quizá colaboran.
Cooperación, trabajo en red, bench (saber que hacen los otros como yo o de otros sectores) y compartir en definitiva serán los ejes por donde se moverá el mundo de los grandes y pequeños negocios.
Nada nuevo, si pensamos que los gremios de origen medieval nacieron como redes de colaboración, y es muy encomiable que el gremio de libreros entienda que hay que abrir la perspectiva a inicios del siglo XXI a nuevas formas de hacer y actuar.
Pero el sector del libro, en general, no da muestras de ir en esta dirección, la colaboración no parece ir con la visión del negocio de libreros y editores.
Por otra parte, son crecientes las evidencias que vamos hacia una economía, una sociedad, más colaborativa, la realidad es que vemos cada vez más ejemplos de empresas que, aun estando en un mismo sector, colaboran para progresar: fabricantes de automóviles que colaboran para desarrollar tecnologías comunes; compañías telefónicas que combinan sus redes para mejorar el servicio al cliente, con menores inversiones; empresas farmacéuticas que unen esfuerzos para desarrollar fármacos que requieren inversiones que superan sus capacidades individuales.