Los británicos son exigentes con el servicio que deben recibir de sus funcionarios cuando viajan al extranjero. Fuera de su país es cuando les empieza a entrar las dudas y ahí es donde entran las distintas embajadas o consulados repartidos por todo el mundo.
Los británicos son tan exigentes con el servicio que deben recibir de sus funcionarios que cuando viajan al extranjero se dirigen a sus embajadas para pedir consejo sobre dónde comprar zapatos, qué cantidad de azúcar hay que poner a la mermelada o para quejarse del exceso de tamaño tras una operación de pechos.
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Los británicos son tan exigentes con el servicio que deben recibir de sus funcionarios que cuando viajan al extranjero se dirigen a sus embajadas para pedir consejo sobre dónde comprar zapatos, qué cantidad de azúcar hay que poner a la mermelada o para quejarse del exceso de tamaño tras una operación de pechos.
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