88 años a sus espaldas y un cuarto de vida viviendo solo en un pueblo en ruinas. Máximo Hernández es un claro ejemplo de que con poco se puede llegar a ser completamente feliz. Villar de Matacabras nos abre las pocas puertas que le quedan para mostrarnos a su habitante más ilustre, el único.
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En un ataque zombi seguro que sobrevive sin más problemas.