El primer ministro británico, Tony Blair, afronta esta tarde una de las mayores rebeliones de su partido desde la guerra de Irak. Será a propósito del arsenal nuclear británico, que el Gobierno quiere renovar pese a la oposición de muchos de los diputados laboristas. Por ello, el primer ministro tendrá que confiar en que los votos de los diputados conservadores le ayuden a sacar adelante sus planes
Aquí se ve una de las cosas buenas del sistema británico: para sacar una ley (aunque sea mala como ésta) Blair ha tenido que convencer a los diputados, uno a uno, de su partido y de otros. En España, como los partidos votan en bloque su única opción habría sido pactar con partidos minoritarios (generalmente nacionalistas, porque el reparto de escaños penaliza la dispersión del voto). Vamos, una demostración práctica de los defectos de la disciplina de voto, cuyo mayor beneficio para los señores diputados es que les alivia de la funesta manía de pensar.
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Aquí se ve una de las cosas buenas del sistema británico: para sacar una ley (aunque sea mala como ésta) Blair ha tenido que convencer a los diputados, uno a uno, de su partido y de otros. En España, como los partidos votan en bloque su única opción habría sido pactar con partidos minoritarios (generalmente nacionalistas, porque el reparto de escaños penaliza la dispersión del voto). Vamos, una demostración práctica de los defectos de la disciplina de voto, cuyo mayor beneficio para los señores diputados es que les alivia de la funesta manía de pensar.
La política británica está a años luz de la ¿política? española. Aquí es impensable que ocurra algo así. Por desgracia.