Un tribunal de la capital brasileña condenó a un hombre a pagar una indemnización de unos 12.000 dólares, a su ex-esposa, por haber incurrido en infidelidad a través de su correo electrónico. Los abogados del acusado alegaron que la mujer incurrió en invasión de la privacidad al revisar su correo, lo cual no fue aceptado por la justicia debido a que se trataba de una computadora familiar. "Archivos simples no están resguardados por el secreto asignado a las correspondencias ordinarias".
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Qué mal ha redactado la noticia el periodista que lo haya hecho: tanto el título como parte de la noticia es errónea, pues la infidelidad fue real, no virtual. Lo que sucede es que la esposa descubrió la infidelidad tras leer los correos electrónicos que el marido intercambiaba con la amante. Pero lo mismo hubiera dado que lo hubiera descubierto leyendo cartas de papel, o por confesión del marido: en cualquier caso la infidelidad no fue virtual, sino real (de hecho el marido se alejó del hogar un tiempo determinado, atribuyendo este hecho su mujer a "una crisis").
¡Qué manía tienen algunos periodistas en incluir la palabra "virtual" en los titulares cuando sucede algo remotamente relacionado con internet!
Lo interesante de la noticia no es la infidelidad, ni el enredo de la pareja, sino el valor jurídico que se le asigna a la privacidad "virtual", con menor valor que una correspondencia "real".
Bueno, pero parece que los meneadores están con resaca.