El primer ministro italiano responde a un lector de La Stampa, quien había publicado una carta con una durísima crítica a la clase política tras ver como un amigo se veía obligado a emigrar. Traducción completa en el comentario 1.
#2:
Mi comentario: más allá del hecho de ser un texto lleno de buenas palabras típico de cualquier político, me ha llamado la atención la gran diferencia en la política de comunicación de este hombre con Rajoy y los suyos. No solo responde directamente a quien le ha criticado, manteniendo la comunicación con la sociedad civil, sino que además:
- Asume los errores que se le critican y pide disculpas.
- Considera que haber llegado a una situación en la que la emigración resulta forzada para muchos italianos es un error imperdonable.
- Establece el empleo juvenil como una prioridad fundamental de su gobierno.
- El déficit es un condicionante, no un objetivo.
- Señala como condición para poder alcanzar esos objetivos un cambio en la actitud y el funcionamiento interno de los partidos políticos.
Me da la risa al compararlo con
- Rajoy hablando por el plasma a los periodistas-recogenotas
- Al gobierno ocupado en justificar el déficit de atención de Ana Mato
- A la absoluta falta de autocrítica respecto al sistema de partidos de toda la clase política.
- Fátima Báñez, la que dijo que la “movilidad exterior” era algo muy bueno para el país; y Esperanza Aguirre, que insistió en la misma idea.
- A los pameros del PP, que encima llegaron a calificar a la dicha Fátima Báñez como hada madrina de los jóvenes; el colmo del cinismo.
me dirijo , aunque sea indirectaente, a Antonio Cascio y a su amigo. A ellos les debo antes que nada las disculpas. Disculpas en nombre de una política que durante años ha demostrado no enterder, y que, con palabras, acciones y omisiones, ha consentido esta dispación de la pasión, del sacrificio, de las habilidades. Lo dije en mi discurso de investidura: todos somos corresponsables. Porque la imagen que Antonio pinta de nosotros es dolorosamente cierta. Porque cuando a generaciones enteras se les arrancan la esperanza y la fe –y no de golpe, sino todavía peor: lentamente, día tras día- no hay coartada o disociación personal y política que lo resista.
Yo no he creído jamás en los salvadores de la patria ni en los atajos. Creo en la comunidad. Y creo que solo juntos podemos encontrar el sentido alto y noble del servicio al país. Cada cual haciendo bien lo que le toca, llevando su granito de arena. Todos contribuyendo a la construcción paciente del futuro. Mi deber, hoy, es el de guiar a un ejecutivo “excepcional”, nacido de y en condiciones excepcionales. Nuestro compromiso es darlo todo, buscando el hacer lo posible por restituir una esperanza a quien no consigue ya siquiera imaginar su propio mañana, un motivo para quedarse a quien se siente obligado a dejar Italia, un motivo para creer que el esfuerzo será recompensado, el mérito reconocido, las deudas pagadas.
La deuda mayor que estamos contrayendo –reiterando los errores de las generaciones precedentes- es respecto a los jóvenes. Es un error imperdonable. Por eso he repetido muchas veces que la prioridad del gobierno de hecho ellos. En el último mes hemos dedicado casi todos los esfuerzos y todos los debates para que en la agenda de la cumbre europea de jefes de estado de final de junio estuviese la lucha contra el desempleo juvenil. Lo hemos conseguido. Además, a los próximos consejos de ministros llevaremos un paquete de medidas para depurar el mercado de trabajo de incrustaciones y de injusticias, haciendo más beneficiosa la contratación estable de jóvenes, apoyar a la Italia que hace e innova, llevar a los niños italianos a un nivel de formación y movilidad social más próximo al del resto de Europa, liberar la energía de un país sofocado por la burocracia, los privilegios y el conservadurismo.
Nos movemos en un margen estrecho. Debemos ser fieles a las obligaciones europeas y no crear más déficit, para no cargar más en las espaldas de las generaciones futuras un peso muerto que ya hoy nos cuesta entre ochenta y noventa mil millones de euros de intereses.
Tenemos, por tanto, la responsabilidad de elegir: de decidir de forma selectiva donde actuar y como encontrar las coberturas. Podemos hacerlo, pero solo si no nos dejamos condicionar por la obsesión del consenso inmediato, de la consulta compulsiva de las declaraciones, de esa lucha permanente –entre partidos, y dentro de los partidos- que tanto ha contribuido a la parálisis en la que nos hemos precipitado, y de la que nos ha sacado solamente la intervención del presidente Napolitano.
Podemos hacerlo pero solo si nuestro primer, irrenunciable objetivo es poner simbólicamente al amigo de Antonio en condiciones de elegir si irse o quedarse. Si realizar aquí, en un país mejor, las propias aspiraciones, de vida o de trabajo, o por el contrario, si irse para enriquecerse con la complejidad del mundo y después, eventualmente, si quiere, volver y aportar su propia contribución a la reconstrucción, difícil pero posible, del futuro de la República Italiana, que hoy precisamente festeja el aniversario de su nacimiento. En caso contrario nos encontrareos, otra vez, teniendo que pedir disculpas. A él y a millones como él. A los más jóvenes. A nuestros hijos y nietos. Estoy seguro de que no nos perdonarían.
Mi comentario: más allá del hecho de ser un texto lleno de buenas palabras típico de cualquier político, me ha llamado la atención la gran diferencia en la política de comunicación de este hombre con Rajoy y los suyos. No solo responde directamente a quien le ha criticado, manteniendo la comunicación con la sociedad civil, sino que además:
- Asume los errores que se le critican y pide disculpas.
- Considera que haber llegado a una situación en la que la emigración resulta forzada para muchos italianos es un error imperdonable.
- Establece el empleo juvenil como una prioridad fundamental de su gobierno.
- El déficit es un condicionante, no un objetivo.
- Señala como condición para poder alcanzar esos objetivos un cambio en la actitud y el funcionamiento interno de los partidos políticos.
Me da la risa al compararlo con
- Rajoy hablando por el plasma a los periodistas-recogenotas
- Al gobierno ocupado en justificar el déficit de atención de Ana Mato
- A la absoluta falta de autocrítica respecto al sistema de partidos de toda la clase política.
- Fátima Báñez, la que dijo que la “movilidad exterior” era algo muy bueno para el país; y Esperanza Aguirre, que insistió en la misma idea.
- A los pameros del PP, que encima llegaron a calificar a la dicha Fátima Báñez como hada madrina de los jóvenes; el colmo del cinismo.
me dirijo , aunque sea indirectaente, a Antonio Cascio y a su amigo. A ellos les debo antes que nada las disculpas. Disculpas en nombre de una política que durante años ha demostrado no enterder, y que, con palabras, acciones y omisiones, ha consentido esta dispación de la pasión, del sacrificio, de las habilidades. Lo dije en mi discurso de investidura: todos somos corresponsables. Porque la imagen que Antonio pinta de nosotros es dolorosamente cierta. Porque cuando a generaciones enteras se les arrancan la esperanza y la fe –y no de golpe, sino todavía peor: lentamente, día tras día- no hay coartada o disociación personal y política que lo resista.
Yo no he creído jamás en los salvadores de la patria ni en los atajos. Creo en la comunidad. Y creo que solo juntos podemos encontrar el sentido alto y noble del servicio al país. Cada cual haciendo bien lo que le toca, llevando su granito de arena. Todos contribuyendo a la construcción paciente del futuro. Mi deber, hoy, es el de guiar a un ejecutivo “excepcional”, nacido de y en condiciones excepcionales. Nuestro compromiso es darlo todo, buscando el hacer lo posible por restituir una esperanza a quien no consigue ya siquiera imaginar su propio mañana, un motivo para quedarse a quien se siente obligado a dejar Italia, un motivo para creer que el esfuerzo será recompensado, el mérito reconocido, las deudas pagadas.
La deuda mayor que estamos contrayendo –reiterando los errores de las generaciones precedentes- es respecto a los jóvenes. Es un error imperdonable. Por eso he repetido muchas veces que la prioridad del gobierno de hecho ellos. En el último mes hemos dedicado casi todos los esfuerzos y todos los debates para que en la agenda de la cumbre europea de jefes de estado de final de junio estuviese la lucha contra el desempleo juvenil. Lo hemos conseguido. Además, a los próximos consejos de ministros llevaremos un paquete de medidas para depurar el mercado de trabajo de incrustaciones y de injusticias, haciendo más beneficiosa la contratación estable de jóvenes, apoyar a la Italia que hace e innova, llevar a los niños italianos a un nivel de formación y movilidad social más próximo al del resto de Europa, liberar la energía de un país sofocado por la burocracia, los privilegios y el conservadurismo.
Nos movemos en un margen estrecho. Debemos ser fieles a las obligaciones europeas y no crear más déficit, para no cargar más en las espaldas de las generaciones futuras un peso muerto que ya hoy nos cuesta entre ochenta y noventa mil millones de euros de intereses.
Tenemos, por tanto, la responsabilidad de elegir: de decidir de forma selectiva donde actuar y como encontrar las coberturas. Podemos hacerlo, pero solo si no nos dejamos condicionar por la obsesión del consenso inmediato, de la consulta compulsiva de las declaraciones, de esa lucha permanente –entre partidos, y dentro de los partidos- que tanto ha contribuido a la parálisis en la que nos hemos precipitado, y de la que nos ha sacado solamente la intervención del presidente Napolitano.
Podemos hacerlo pero solo si nuestro primer, irrenunciable objetivo es poner simbólicamente al amigo de Antonio en condiciones de elegir si irse o quedarse. Si realizar aquí, en un país mejor, las propias aspiraciones, de vida o de trabajo, o por el contrario, si irse para enriquecerse con la complejidad del mundo y después, eventualmente, si quiere, volver y aportar su propia contribución a la reconstrucción, difícil pero posible, del futuro de la República Italiana, que hoy precisamente festeja el aniversario de su nacimiento. En caso contrario nos encontrareos, otra vez, teniendo que pedir disculpas. A él y a millones como él. A los más jóvenes. A nuestros hijos y nietos. Estoy seguro de que no nos perdonarían.
#3 Los que hemos practicado la "movilidad exterior" lo hemos hecho por el "espiritu aventurero" que nos ha inculcado nuestra "hada madrina de los jovenes".
Comentarios
Mi comentario: más allá del hecho de ser un texto lleno de buenas palabras típico de cualquier político, me ha llamado la atención la gran diferencia en la política de comunicación de este hombre con Rajoy y los suyos. No solo responde directamente a quien le ha criticado, manteniendo la comunicación con la sociedad civil, sino que además:
- Asume los errores que se le critican y pide disculpas.
- Considera que haber llegado a una situación en la que la emigración resulta forzada para muchos italianos es un error imperdonable.
- Establece el empleo juvenil como una prioridad fundamental de su gobierno.
- El déficit es un condicionante, no un objetivo.
- Señala como condición para poder alcanzar esos objetivos un cambio en la actitud y el funcionamiento interno de los partidos políticos.
Me da la risa al compararlo con
- Rajoy hablando por el plasma a los periodistas-recogenotas
- Al gobierno ocupado en justificar el déficit de atención de Ana Mato
- A la absoluta falta de autocrítica respecto al sistema de partidos de toda la clase política.
- Fátima Báñez, la que dijo que la “movilidad exterior” era algo muy bueno para el país; y Esperanza Aguirre, que insistió en la misma idea.
- A los pameros del PP, que encima llegaron a calificar a la dicha Fátima Báñez como hada madrina de los jóvenes; el colmo del cinismo.
#2 Lo que tu quieras, pero ahora mismo el parlamento y el gobierno están ocupados en salvarle el culo a Berlusconi y sus chanchullos habituales.
Palabras vacías las de Letta.
#5 Serán palabras vacías, pero al menos no tienen los huevos, como aquí, de decir que el que la gente tenga que emigrar es bueno .
TRADUCCIÓN DEL ARTÍCULO
Querido Gramellini,
me dirijo , aunque sea indirectaente, a Antonio Cascio y a su amigo. A ellos les debo antes que nada las disculpas. Disculpas en nombre de una política que durante años ha demostrado no enterder, y que, con palabras, acciones y omisiones, ha consentido esta dispación de la pasión, del sacrificio, de las habilidades. Lo dije en mi discurso de investidura: todos somos corresponsables. Porque la imagen que Antonio pinta de nosotros es dolorosamente cierta. Porque cuando a generaciones enteras se les arrancan la esperanza y la fe –y no de golpe, sino todavía peor: lentamente, día tras día- no hay coartada o disociación personal y política que lo resista.
Yo no he creído jamás en los salvadores de la patria ni en los atajos. Creo en la comunidad. Y creo que solo juntos podemos encontrar el sentido alto y noble del servicio al país. Cada cual haciendo bien lo que le toca, llevando su granito de arena. Todos contribuyendo a la construcción paciente del futuro. Mi deber, hoy, es el de guiar a un ejecutivo “excepcional”, nacido de y en condiciones excepcionales. Nuestro compromiso es darlo todo, buscando el hacer lo posible por restituir una esperanza a quien no consigue ya siquiera imaginar su propio mañana, un motivo para quedarse a quien se siente obligado a dejar Italia, un motivo para creer que el esfuerzo será recompensado, el mérito reconocido, las deudas pagadas.
La deuda mayor que estamos contrayendo –reiterando los errores de las generaciones precedentes- es respecto a los jóvenes. Es un error imperdonable. Por eso he repetido muchas veces que la prioridad del gobierno de hecho ellos. En el último mes hemos dedicado casi todos los esfuerzos y todos los debates para que en la agenda de la cumbre europea de jefes de estado de final de junio estuviese la lucha contra el desempleo juvenil. Lo hemos conseguido. Además, a los próximos consejos de ministros llevaremos un paquete de medidas para depurar el mercado de trabajo de incrustaciones y de injusticias, haciendo más beneficiosa la contratación estable de jóvenes, apoyar a la Italia que hace e innova, llevar a los niños italianos a un nivel de formación y movilidad social más próximo al del resto de Europa, liberar la energía de un país sofocado por la burocracia, los privilegios y el conservadurismo.
Nos movemos en un margen estrecho. Debemos ser fieles a las obligaciones europeas y no crear más déficit, para no cargar más en las espaldas de las generaciones futuras un peso muerto que ya hoy nos cuesta entre ochenta y noventa mil millones de euros de intereses.
Tenemos, por tanto, la responsabilidad de elegir: de decidir de forma selectiva donde actuar y como encontrar las coberturas. Podemos hacerlo, pero solo si no nos dejamos condicionar por la obsesión del consenso inmediato, de la consulta compulsiva de las declaraciones, de esa lucha permanente –entre partidos, y dentro de los partidos- que tanto ha contribuido a la parálisis en la que nos hemos precipitado, y de la que nos ha sacado solamente la intervención del presidente Napolitano.
Podemos hacerlo pero solo si nuestro primer, irrenunciable objetivo es poner simbólicamente al amigo de Antonio en condiciones de elegir si irse o quedarse. Si realizar aquí, en un país mejor, las propias aspiraciones, de vida o de trabajo, o por el contrario, si irse para enriquecerse con la complejidad del mundo y después, eventualmente, si quiere, volver y aportar su propia contribución a la reconstrucción, difícil pero posible, del futuro de la República Italiana, que hoy precisamente festeja el aniversario de su nacimiento. En caso contrario nos encontrareos, otra vez, teniendo que pedir disculpas. A él y a millones como él. A los más jóvenes. A nuestros hijos y nietos. Estoy seguro de que no nos perdonarían.
Aquí hacen lo contrario. Emigrar nos abre un mar de "posibilidades"
#3 Los que hemos practicado la "movilidad exterior" lo hemos hecho por el "espiritu aventurero" que nos ha inculcado nuestra "hada madrina de los jovenes".
Hijos de puta.
Las palabras algo son. Aqui las palabras de los políticos del PP ofenden.
Según Gonzalez Pons si vas a otro país de la UE no es emigración
Igualito que aquí. Igualito.
Mientras tanto en la península de al lado: Esperanza Aguirre: La fuga de jóvenes al extranjero es “motivo de orgullo”
Esperanza Aguirre: La fuga de jóvenes al extranjer...
politica.elpais.comEsperanza Aguirre: La fuga de jóvenes al extranjero es “motivo de orgullo”
La verdadera diferencia es que en España los politicos nos tratan como si fuesemos gilipollas.