Ha habido excesos en la sobrevaloración de algunos activos, sobre todo inmobiliarios, con una demanda muy potente y una financiación más allá de lo que aconseja la prudente gestión del riesgo crediticio. Este hecho, junto con un mercado que ha primado el beneficio y el corto plazo, han sido el caldo de cultivo de esta situación. A lo largo del 2009 empezaremos a ver el verdadero alcance de esta gravísima crisis mundial.