España, sin ir más lejos, gastó casi cien millones de euros en esta clase de munición que finalmente no ha tenido apenas utilidad alguna. El Gobierno se dispone a destruir ahora unos seis millones de vacunas que guardaba en los polvorines sanitarios, pero en su descargo cumple advertir que sólo trataba de curarse en salud.
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Alguna farmacéutica hizo el agosto y lo que es peor, nadie garantiza que ante el "miedo" a la enfermedad no lo vuelva a hacer en un futuro cercano.
Más vale prevenir que curar.