Hace 16 años | Por --62628-- a elpais.com
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“Se oyeron las primeras ráfagas de Ak 47, lo que significaba que era hora de matar a todo bicho viviente en el campamento. Hombres y mujeres salían corriendo y caían en desordenado montón, desnudos todavía y agitando las ropas en sus manos. A nuestros oídos, ensordecidos por el tableteo de las armas, los balidos de las cabras, los cacareos de las gallinas y los gritos de los humanos, apenas como un lejano rumor. Cuando entramos en el campamento, yacían bajo el sol de la mañana en confusa mezcolanza las bestias...