Hace 13 años | Por pablicius a latimes.com
Publicado hace 13 años por pablicius a latimes.com

En una decisión considerada como "un monumental paso adelante" por los pro-legalización, el Ayuntamiento de Oakland aprobó la concesión de cuatro licencias para otras tantas plantas de producción de marihuana a nivel industrial. El plan supone la normalización de una industria hasta ahora semiclandestina, la creación de empleos e impuestos, adelantarse a otras ciudades que también lo estudian, y también el riesgo de ruina para los cultivadores tradicionales. Traducción en comentario 1.

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EL AYUNTAMIENTO DE OAKLAND APRUEBA EL PLAN PARA ESTABLECER LAS FABRICAS DE MARIHUANA

El Ayuntamiento de Oakland aprobó el martes una ordenanza que permitiría convertirla en la primera ciudad del estado para permitir la producción industrial de marihuana, una decisión que supone un punto de inflexión y que podría espolear la comercialización de una cosecha mayormente cultivada en jardines ocultos.

El plan autorizaría cuatro instalaciones potencialmente enormes, pero no dispone nada en relación a los cientos de pequeños cultivadores que suministran ahora a los cuatro dispensarios de Oakland, que facturaron el año pasado 28 millones de dólares. El Ayuntamiento, de todas formas, prometió desarrollar un plan para ellos antes de que se den las licencias el año que viene a las cuatro grandes fábricas.

“Esto es un paso adelante monumental”, dice Dale Gieringer, residente en Oakland dirigente durante mucho tiempo de la organización NORML, que apoya la legalización de la marihuana. “Significa pasar a una era de grandes instalaciones industriales, es hacerlo a la grande en Oakland”.

La votación, resuelta 5 a 2, llegó tras dos horas de debate entre cultivadores, que decían que la propuesta iba a destruir su modo de vida, y empresarios que decían que podría convertir a Oakland en el Silicon Valley de la marihuana, crear empleos y generar nuevos ingresos fiscales. El público silbó, abucheó y respondió, haciendo que la presidenta Jane Brunner tuviera que llamar al orden repetidamente.

Steve D’Angelo, que gestiona Harborside Health Center, el mayor dispensario de la ciudad, lideró la campaña para que se buscara sitio a los pequeños cultivadores dentro de la ordenanza.

“No son gente anónima que vaya quemando casas y trayendo el crimen a los barrios” dijo D’Angelo al hablar de los más de 400 cultivadores. “Son gente real, con familias a las que mantener”.

Jeff Wilcox, un empresario que ha presentado el plan más detallado para una fábrica de marihuana, advirtió que si el Ayuntamiento no actuaba rápido, perdería el paso con otras ciudades, como Berkeley, que piensa hacer un referéndum a los vecinos para aprobar seis licencias para instalaciones a gran escala.

“Tienen un problema aquí”, dijo. “Van tarde”.

La propuesta ha encendido un debate sobre si el Ayuntamiento tiene que andar decidiendo quien se va a convertir en el magnate de la marihuana. La tasa anual de la concesión sería de 211.000 dólares, una barrera insalvable para los pequeños cultivadores. Muchos temen que tras años de arriesgarse a ser judicialmente perseguidos, sea la legalización la que les deje fuera del sector.

Pero Rebecca Kaplan y Larry Reid, los dos concejales ponentes de la propuesta, quieren que el Ayuntamiento controle más la producción, incluida la creación de unos inspectores municipales que se pasarían rutinariamente por las cuatro fábricas. Dice que eliminaría los robos con violencia, los incendios causados por cultivos mal cableados, y el uso excesivo de pesticidas.

Legalizar el que ha sido un secreto y lucrativo negocio también permitiría a Oakland gravarlo, añadiendo millones de dólares a su renqueante presupuesto. La ciudad, pionera en un enfoque novedoso hacia la marihuana, fue la primera en ponerle un impuesto, actualmente del 1.8%, aunque se estudia que los votantes pudiesen autorizar una sustancial subida.

Oakland tiene una lista de gente que ha expresado interés en obtener una de las licencias. Arturo Sánchez, el responsable del tema, dijo el martes que eran 192 personas.

Pero mucha de la atención se ha centrado en solo unos pocos empresarios exitosos que han aireado sus planes y quieren conseguir una licencia. Tienen edificios, dinero, propuestas, y acceso a los concejales, pero es solo hace poco que se han interesado por la marihuana terapéutica.

Wilcox, un constructor retirado, quiere convertir un complejo de antiguos edificios industriales que tiene a la orilla de la interestatal 880 en lo que podría ser la mayor fábrica de marihuana del mundo, con una producción de unos 30 kg diarios, suficiente para todo el consumo de Oakland.

Otros dos empresarios, Dhar Mann y Derek Peterson, socios en una tienda hidropónica llamada iGrow, ya tienen gente trabajando en el diseño de una fábrica de varias plantas de 57000 pies cuadrados, en un almacén sobre el que tienen una opción de alquiler. Peterson dijo que no tenía duda de que su propuesta ganaría una de las licencias.

pablicius

#2 La retiro, pero vaya mierda de meneo el otro. Ni siquiera pone Oakland en los tags, así no hay quien la encuentre.

Tarod7

#3 Me he ceñido al titular original,ya no puedo editar.

Tarod7

#3 Perdón si podía,ya está en etiquetas