Hace 14 años | Por --324-- a letraslibres.com
Publicado hace 14 años por --324-- a letraslibres.com

Publicado en 1946, este ensayo clásico de Orwell es de total actualidad. Los defectos que entonces señaló permanecen, pero potenciados y aplicables fácilmente al español. Nada más pertinente que su relectura para entender las perversiones del lenguaje —asimiladas como norma— de hoy en día.

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D

Este artículo me ha recordado a un párrafo de otro artículo que aparece en la misma revista y que me ha llamado la atención cuando lo he leído. Es éste:

De ahí que una de las primeras obsesiones de los autores de la reforma educativa fuera designar la ficción que estaban creando con apelativos distintos a los ya existentes, del mismo modo que el novelista y el cineasta, aun cuando suelan tomar de la realidad determinados modelos, construyen un relato ad hoc en el que hechos y personajes reciben un nuevo bautismo. Fue así como el recreo pasó a llamarse “segmento de ocio”; la falta de disciplina se convirtió en una “conducta contraria a la convivencia”; el aprobado y el suspenso cedieron el sitio, según el nivel de estudios, al binomio “progresa adecuadamente” / “necesita mejorar” –lo que no impedía pasar de curso, todo sea dicho– o al binomio “promociona” / “no promociona”; y el mundo de la enseñanza, constituido hasta entonces por maestros, profesores y alumnos, fue denominado “comunidad educativa”, con lo que, además de ampliarse considerablemente el número de partícipes –ya no eran únicamente docentes y discentes, sino también los padres, el personal administrativo, los psicopedagogos, la propia Administración y los sindicatos del ramo–, se reforzaba la unidad del colectivo mediante la disolución de sus partes en un ente superior, intangible, ajeno a la realidad y a sus manejos.

http://www.letraslibres.com/index.php?art=14289&rev=2

Me parece que están hablando de lo mismo. Al final, todo poder que no es capaz de cambiar la realidad acaba cambiando las palabras que la designan, intentando así que la percepción de los gobernandos se ajuste a sus visiones irrealizables. Perversión del lenguaje, perversión del pensamiento. Instrumentos de dominación, en definitiva.

En estos casos, siempre cabe recordar aquellos versos de Gamoneda, que dicen:

"Dejen ustedes. Mi canto está mal hecho
como esta verdad, que está mal hecha.

Hagan ustedes la verdad mejor.
Hablaremos después aunque ya es tarde"