Explotar a los donantes pobres, especialmente en lo que respecta a la provisión de riñones, es crear una especie de "apartheid médico" que pone en peligro la confianza de la opinión pública en los planes de donación, y podría amenazar los programas legales de los países ricos, dijeron los expertos.
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Es inconsevible aun pensar en esa posibilidad.