Hace 10 años | Por ciborg a hayderecho.com
Publicado hace 10 años por ciborg a hayderecho.com

El señor Ministro desea pasar a la historia. Y así será, desde luego, si logra imponerse a los que rechazan su futura reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial que, dicho sea de paso, son casi todos los sectores jurídicos, desde abogados a jueces. Aun así, la propaganda gubernamental ha atinado a presentar este empeño personal de su Excelencia, don Alberto, como una épica lucha contra las inercias conservadoras que lastran su audaz proyecto progresista. ¿Un nuevo Alonso Martínez?

Comentarios

c

Sin una buena justicia, la casta se vuelve más fuerte al disminuir la separación del poder judicial y político. Esta nueva Ley Orgánica atenta contra la separación y por eso se nombra al final a Alonso Martínez "creía en la sociedad organizada jerárquicamente" http://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Alonso_Mart%C3%ADnez

Entre otras cosas en el artículo comentan los peligros de: la laminación de la democracia judicial aumentando la jerarquización, la eliminación de la libertad de expresión de los magistrados que no podrán hacer declaraciones públicas (¿tendrá algo que ver Elpidio?), la supresión de los juzgados actuales para ser reemplazados por unos nuevos órganos llamados “tribunales de instancia” donde el Presidente del Tribunal decidirá el objetivo de la carga de trabajo de los jueces o la renuncia a derechos laborales de la judicatura.

Los partidos judiciales, con sus juzgados, al frente, representan una conquista de los movimientos progresistas decimonónicos que anhelaban una justicia independiente frente al poder político.

[...]

A la postre, los que más han de temer no son los jueces (al fin y al cabo funcionarios que cobran al final de mes la misma paga) sino los justiciables [nosotros], al relajarse los controles sobre el reparto de asuntos y, por ende, quedar a merced de los poderosos. Se avecinan tiempos en que será muy conveniente contar con buenos amigos entre los que mandan. Por lo menos para aquellos infortunados que no tengan más remedio que vérselas ante un tribunal.