Desde Argentina recogen que Salvem el Cabanyal es una organización barrial que desde hace once años pelea para salvar 1600 edificios patrimoniales en su ciudad. El enemigo es la ampliación de una avenida hasta el mar y la falta de mecanismos legales para defenderse.

Paseen por El Cabanyal y no les será difícil imaginar que si Jorge Luis Borges levantara la cabeza y se diera una vuelta por el barrio, añadiría una nueva página a su Historia universal de la infamia... quién sabe si detrás de El impostor inverosímil Tom Castro, o a continuación de La viuda Ching Pirata.

El motivo de este post es haceros llegar el informe que dos alemanes (Nicolaus Schmidt y Christoph Radke) amigos de Valencia, han hecho de su visita estos días al barrio marinero que el Ayuntamiento quiere derribar para abrir la avenida Blasco Ibáñez al mar (La noticia original se encuentra en http://blogs.que.es/ilusiones-perdidas/2008/11/5/el-cabanyal-un-nido-muertos-#c53287396, pero Menéame no da la posibilidad de enlazarla)

Más que un comentario es una columna en sí misma, y la ha titulado "El perfecto idiota valenciano". Ojo, nadie debe sentirse ofendido a priori por esta denominación, pues como muchos de ustedes sabrán, ésta guarda una enorme similitud -como si de un homenaje se tratara- con la de la vieja obra Manual del perfecto idiota latinoamericano, firmado entre otros por Álvaro Vargas Llosa y prologado por su padre, Mario.

Enrique Meneses dice en referencia a la participación de sacerdotes católicos en los Comités de Ética de la Sanidad: "En cuanto al tratamiento paliativo y referido a mi caso, que no se acerque ningún cura a mi lecho de muerte. Y lo digo en pleno tratamiento de cáncer y con 78 años, si lo hace ¡disparo!"

La Plataforma de vecinos Salvem el Cabanyal (Salvemos el Cabañal) de la ciudad de Valencia acata la sentencia del Tribunal Supremo por la que da vía libre al proyecto de destrucción del barrio por parte del gobierno municipal de Rita Barberá, cosa que no quiere decir que Salvem el Cabanyal vaya a desaparecer, sino todo lo contrario.

El Ayuntamiento de Valencia pretende que los expropiados en el proyecto de prolongación de Blasco Ibáñez se paguen la casa que les ofrecen de realojo. Encima de que les roban la casa, tienen que pagar una nueva casa. Inaúdito, estamos en el siglo XXI, y los gobernantes parecen de la época de Robin Hood.