Un relato tan duro y triste como escalofriante a la vez.
Cosas de estas hacen que cualquiera con un atisbo de humanidad sienta impotencia por no poder hacer nada, y una profunda rabia, porque los que pueden hacer algo, como de costumbre, no mueven un dedo si no es por beneficio propio.
Un saludo.
Ahora es tiempo de que aprendar otra vieja y arraigada costumbre en las carceles españolas, y que es la caida de la pastilla de jabon... A ver si con eso se enteran de lo mal que sienta que te usen como objeto sexual sin tu consentimiento.
Ademas, eso de que "os respetamos en nuestra tierra" primero habria que verlo, y segundo, se trata de sigan manteniendo ese respeto cuando vienen aqui, ya esta bien de exigir que nos adaptemos a costumbres arcaicas e inhumanas, demasiado cuesta quitarnos de encima las nuestras como para ahora tener que luchar con las de otros. Que el intercambio cultural, enriquece a los pueblos, pero hay que diferenciar la cultura de el salvajismo.
Un saludo.