Y mucho me parece. La mayoría de afrentas que sufrimos vienen de dentro del país. Políticos robando a manos llenas, leyes que cohíben tus libertades, decretos que se cargan el planeta, favoritismo al IBEX35, ninguneo bancario al ciudadano... Los gobiernos maltratan al pueblo continuamente (casi con total independencia de la pasta que tengas en la cuenta); desde el pueblo, tampoco luchamos por nuestros intereses ni ideales. Nuestra patria no nos pertenece, y nosotros no le pertenecemos a ella más allá de lo que nos retiene de IRPF. ¿Por qué habría de morir por defender un país que ni me respeta ni respeto? Cuando nos veamos por las avenidas de nuestras ciudades solicitando amablemente (y figuradamente) la cabeza de los implicados en el siguiente caso de corrupción, cuando no consintamos la recalificación de terrenos arrasados por el fuego, cuando la deuda de un puñado de plutócratas no se asuma como tuya y mía, entonces, y sólo entonces, iré a luchar al frente que haga falta. O no. Pero al menos tendré algo de lo que avergonzarme.
¡Pero si todo el mundo sabe que el dinero de la Alhambra y de Sierra Nevada se lo lleva Sevilla!