El principal mensaje del estudio es que los megaeventos deportivos no son una fórmula mágica para impulsar el crecimiento económico. Aunque generan ciertos beneficios, estos suelen ser modestos, temporales y desigualmente distribuidos. En cambio, los costes tienden a ser elevados y persistentes: infraestructuras infrautilizadas, deuda pública, sobrecostes…. Aun así, no todo es pesimismo. Los efectos positivos en exportaciones y mayor estabilidad política interna pueden ser relevantes si el país anfitrión logra mantener esa visibilidad.