No es fácil descifrar la estrategia de la campaña de Pablo Casado en las elecciones de Castilla y León. Hay discursos de Casado que parece que los hubiera escrito con una botella de Anís del Mono y otros que parecen escritos por el mono en persona.En su progresión imparable hacia el terruño y el locus amoenus cualquier día Casado va a salir de espantapájaros en una rueda de prensa. Para quienes creen que el PP es un partido de señoritos y terratenientes, Casado nos recuerda que lo más entrañable de un pueblo es el tonto.
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Así, a medida que avanza la gira por provincias, Casado va fabricándose un pasado alternativo hecho de madrugones y sopas de ajo, de pellizas y cagajones de vaca, una niñez de ficción en la que la España vaciada se va vaciando más y más a cada nuevo acto de campaña.
La única persona en el mundo capaz de decir que un vampiro te muerde y te convierte en zombie.
Ese es el level.
Por la cantidad de fotos disfrazado de pastor, agricultor, vendimiador y otros fascinantes modelos rurales, da la impresión de que Casado ha desperdiciado sus años en la universidad y sus ausencias en Aravaca más aún de lo que pensábamos.
Da lo mismo, a sus votantes se la trae al pairo, podrían poner una mierda pinchada en un palo como candidato, y sus votantes dirían que tiene un fresco aroma a libertaz.
Lo mejor para el final:
Casado nos recuerda que lo más entrañable de un pueblo es el tonto.
Casado, el Hernandez Mancha del siglo XXI