Una última noticia llega a la redacción de un periódico, antes del cierre. «El Museo del Prado está ardiendo», avisan. El redactor, alarmado y compungido, narra los hechos ante las llamaradas que destruyen el edificio y sus obras. Es invierno de 1891 y el olor a quemado invade Madrid. Las autoridades y los vecinos se echan las manos a la cabeza y no dan crédito a lo que ven sus ojos. ¿Estaba ardiendo de verdad la histórica pinacoteca?
Comentarios
#2 ya dije que funcionó
la doctrina del shock?
pero funciono, menos mal.
#1 sirvió para que pusieran unas medidas de seguridad decentes y seguramente por eso seguimos teniendo el Museo del Prado