El tema está en que yo nunca fui un gran defensor de que la unión civil entre dos personas del mismo sexo se tuviera que llamar a la fuerza «matrimonio» (sinceramente, me la pelaba bastante) hasta que los fachirulos, los salva patrias, los bertineses osborneses, los toreros heroificados y demás subespecies de desviados sexuales comenzaron a hacer campaña sobre el tema.
Esto es una ranciedad de la derecha. Las uniones entre dos personas se deben de llamar todas iguales, que si no podemos caer en la trampa de conceder mas derechos a unas que a otras.
Una pareja de hecho no tiene los mismos derechos que un matrimonio, y lo que quiere está basura mental de gente es que se llamen diferente para así decidir cómo putearlos con los derechos.
Mi apuesta, la primera puteada sería en temas de adopción.
El nombre que se le dé es lo de menos. El problema no es el nombre en sí, sino el hecho de que el haber dos denominaciones permite un tratamiento diferente y discriminador. Por ejemplo, legislar para impedir o dificultar que las parejas homosexuales puedan adoptar. Ese es el problema: no el nombre, sino la discriminación. Por eso, para no facilitar la discriminación, suele ser mejor utilizar un mismo nombre para todos los tipos de matrimonios. Mismo nombre, mismo trato.
Comentarios
Esto es una ranciedad de la derecha. Las uniones entre dos personas se deben de llamar todas iguales, que si no podemos caer en la trampa de conceder mas derechos a unas que a otras.
Es un tema legal.
Una pareja de hecho no tiene los mismos derechos que un matrimonio, y lo que quiere está basura mental de gente es que se llamen diferente para así decidir cómo putearlos con los derechos.
Mi apuesta, la primera puteada sería en temas de adopción.
El problema inexistente.
Cito: "Es decir, el MATRIMONIO nunca ha sido la unión entre un hombre y una mujer". Todo ello después de la diatriba sobre los romanos.
No se en Roma, pero por estos lares lo lleva siendo muchos años.
Pero estoy de acuerdo, mismo nombre, mismo tratamiento fiscal y jurídico.
El nombre que se le dé es lo de menos. El problema no es el nombre en sí, sino el hecho de que el haber dos denominaciones permite un tratamiento diferente y discriminador. Por ejemplo, legislar para impedir o dificultar que las parejas homosexuales puedan adoptar. Ese es el problema: no el nombre, sino la discriminación. Por eso, para no facilitar la discriminación, suele ser mejor utilizar un mismo nombre para todos los tipos de matrimonios. Mismo nombre, mismo trato.
Demoledor articulo y bien argumentado.