Mezclar a Novalis, el romántico alemán, con las revueltas que se vienen sucediendo las últimas semanas en el balcón mediterráneo de la morería puede parecer una locura hölderliniana, y sin embargo… El poeta dejó escrito que hasta el mismísimo azar se rige siempre por un orden. Contemplando la celeridad con la que ha prendido la pólvora de una mecha joven y vociferante en los países del Magreb, no cabe sino pensar que el azar en este caso también se ha regido por una extraña orden. La mano que mece esta cuna solo tiene tres dedos:los de la CIA.
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El precio que los españoles pagaremos por haber jugado a la ruleta rusa —azar— con las cosas de comer tendrá que ser sin duda alto. Las facturas que habrá de pasarnos al cobro nuestro futuro serán como las que descansan en los despachos de muchos alcaldes: imposibles de pagar.
En tales circunstancias se impone girar la nave ciento ochenta grados y marcar nuevo rumbo. El optimismo es un buen tren para alcanzar el fin de trayecto. Pero el optimismo sin momio, desustanciado o simplonamente sonriente es sólo la soga de los idiotas.
Aquí al lado, el mundo acaba de entrar en un azar impredecible. ¡Que el azar —ordenado— nos acompañe!