“Quantum of Solace” es la coda acelerada a “Casino Royale” y pone en evidencia algo que ya apuntaba su predecesora: el antes imbatible Bond no sólo tiene fracturas en el alma, sino también en el envoltorio. Sus aventuras, que antes creaban tendencia, avanzan ahora bajo los nubarrones del complejo de inferioridad frente a la saga Bourne.
La saga Bourne es más realista: ¿Podéis imaginar a Jason Bourne en el Casino de Monte Carlo pidiendo un martini mezclado-no-agitado, atusándose la pajarita y vigilando al personal? ¿Podéis imaginar a James Bond en un suburbio de Ulyanovsk(Rusia) a veinte bajo cero después de haberse bajado de un tren inmundo, pidiendo una sopa borsch en una sucia taberna del distrito del río, mientras apura un vaso de ardiente vodka barato? No. Cada uno en su sitio: Bourne es Bourne y Bond es Bond...el espía normal y el pijo. Cada uno en su sitio.
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La saga Bourne es más realista: ¿Podéis imaginar a Jason Bourne en el Casino de Monte Carlo pidiendo un martini mezclado-no-agitado, atusándose la pajarita y vigilando al personal? ¿Podéis imaginar a James Bond en un suburbio de Ulyanovsk(Rusia) a veinte bajo cero después de haberse bajado de un tren inmundo, pidiendo una sopa borsch en una sucia taberna del distrito del río, mientras apura un vaso de ardiente vodka barato? No. Cada uno en su sitio: Bourne es Bourne y Bond es Bond...el espía normal y el pijo. Cada uno en su sitio.
Y con razón. Las últimas películas de James Bond son nefastas.
Al final va a resultar que la cutrez de introducir publicidad en la propia película les va a venir de perlas.