El enfrentamiento larvado entre los residuos del liberalismo estadounidense, reacio a crear una Autoridad mundial que unifique y supervise la economía financiera de cada país, y los residuos de la socialdemocracia europea, proclive a dar mayor capacidad de fondos y competencias al FMI, se ha resuelto con la adopción final de la tesis de Obama: gastar ahora para salvar al sistema, y acordar a la vez modos eficientes de coordinar los mercados.