En Anduva el resultado fue del gusto de todos. Al revés que el árbitro, que no gustó ni a unas desesperadas que llevaban dos días de despedida de soltera. Malo de verdad, malo como los jamones del chino, malo como Admayeniea… bueno, como el presidente de Irán, ese que es malo-malísimo. Malo como que te pasen la aspiradora al lado una mañana de resaca.