La monaguilla de mi pueblo blasfema como un camionero portugués. “¡Me cago en dios!”, dice tras pisar una boñiga del tamaño de una tortuga de las Galápagos. La monaguilla de mi pueblo tiene diez años, va vestida de punta en blanco y es de misa diaria, pero cuando la mierda de burro le desluce el brillo acharolado de los zapatos se pone de muy mala hostia. Endomingada pero con restos de ñorda en los calcos, la monaguilla se acuerda de todos los santos a caballo: “hoy no voy a catequesis porque no me sale de los cojones.
Comentarios
Merece la pena por lo de "fue sin malicia" maldito hijo de puta, sin malícia te arrancaba las pelotas con unos alicates
Veo que en tu pueblo sois todos iguales...