C&P "Conocidos son la afición a las tascas y el résped de Quevedo. De la fusión de ambas con su inefable ingenio surge una de las anécdotas más ilustrativas de su perfil y de su época. [...]su afilado verbo apuntó a la reina Mariana de Austria, segunda esposa de Felipe IV, que sufría de cierta cojera. Y apostó con sus amigos que él le llamaría "coja" a la cara sin que la reina se ofendiese ni él mismo incurriese en grave desacato." Vía nótame @0
#5:
Ya me la sabía, nos la contó el profesor de Historia, y no le sentó bien a la de Literatura, porque hubiera querido contarla ella, jejeje...
Cuentan de él otra, que no sé si será cierta.... pero el caso es que dicen que estaba de paseo por el campo cuando le entraron ganas de hacer lo que sólo él podía hacer por sí mismo (vamos, que le vino un apretón de tripas), de modo que se agachó junto a unos árboles y se puso a ello. Una joven que volvía de lavar en el río le vio de espaldas haciendo de cuerpo, y sin duda por su juventud, se asustó, y gritó:
- ¡¿Qué vedo, Dios, qué vedo?!
Y el poeta, subiéndose la ropa como pudo, remató:
- ¡Grande debe ser mi fama, cuando hasta por el culo me reconocen!
Repito que para mí esto es una leyenda urbana, pero desde luego, es divertida, jejejeje....
Quevedo es una fuente inagotable de diversión. Tenía como costumbre orinar en un portal (él y todos en su época). La familia del portal elegido por Quevedo recurrió a la habitual colocación de un crucifijo en el rincón elegido para disuadir al meón. El crucifijo iba acompañado de la inscripción:
"Donde se ponen cruces, no se mea"
Quevedo, lejos de sentirse mal y buscar otro portal, siguió empleando su lugar favorito y lo justificó con otra inscripción:
"Donde se mea, no se ponen cruces".
#11:
#9 Perdón, sería: "Aquí meaba D. Francisco de Quevedo, incarrefour"
#9:
#8 Hoy, en ese portal, podrían una placa: "Aquí meaba D. Francisco de Quevedo, incontinente"
Ya me la sabía, nos la contó el profesor de Historia, y no le sentó bien a la de Literatura, porque hubiera querido contarla ella, jejeje...
Cuentan de él otra, que no sé si será cierta.... pero el caso es que dicen que estaba de paseo por el campo cuando le entraron ganas de hacer lo que sólo él podía hacer por sí mismo (vamos, que le vino un apretón de tripas), de modo que se agachó junto a unos árboles y se puso a ello. Una joven que volvía de lavar en el río le vio de espaldas haciendo de cuerpo, y sin duda por su juventud, se asustó, y gritó:
- ¡¿Qué vedo, Dios, qué vedo?!
Y el poeta, subiéndose la ropa como pudo, remató:
- ¡Grande debe ser mi fama, cuando hasta por el culo me reconocen!
Repito que para mí esto es una leyenda urbana, pero desde luego, es divertida, jejejeje....
Quevedo es una fuente inagotable de diversión. Tenía como costumbre orinar en un portal (él y todos en su época). La familia del portal elegido por Quevedo recurrió a la habitual colocación de un crucifijo en el rincón elegido para disuadir al meón. El crucifijo iba acompañado de la inscripción:
"Donde se ponen cruces, no se mea"
Quevedo, lejos de sentirse mal y buscar otro portal, siguió empleando su lugar favorito y lo justificó con otra inscripción:
Recuerdo que mi abuelo me contaba esa anécdota de pequeño, pero aún iba un paso más allá
El rey, ofendido e imbuida de justa ira por la ofensa del poeta, pero incapaz de admitirse humillado a los ojos de la plebe, quiso darle una injusticia e hizo contratar a cuatro bribones de mala calaña que se personaron en sus dependencias a horas intempestivas.
- ¿Qué os trae a estas horas buenos señores? -preguntó Quevedo, receloso de la tardía visita, no del todo inesperada.
El más malcarado de todos, un individuo con una cicatriz que le cruzaba el rostro de lado a lado le espetó con sorna:
- Venimos a hacer de cuerpo en tu cama por orden del rey.
El ingenio de Quevedo estuvo a la altura de su fama. Cogiendo una pistola que guardaba cargada cerca de su cama para maridos furiosos y lectores poco amantes de sus rimas, apuntó al grupo de rufianes y dijo en voz muy calmada:
-De acuerdo, proceded pues con vuestra faena, y haced de vientre sobre mi cama, pero... -continuó agitando la pistola- ¡al que se mee lo mato aquí mismo!
Magnífico. Me la contaron hace tiempo pero no la recordaba.
A parte, la página que enlaza al final, donde batallean Góngora y Quevedo también me ha gustado mucho.
¡Qué bueno, Pensar... calambur! ¡No sabía que esa palabra existía en español, yo conocía la francesa "calembour" y pensaba que se traducía como "retruécano"!
Miguelitor, si es que es una manía que tengo, me sale solo, ya es automático... pero en fin, trataré de quitármelo.
Según el libro, "La Historia de España vista por Forges" publicado hace un monton de años, los versos referidos a Felipe IV cuando este pidió a Quevedo que le diera pie (literario), quedan asi:
Adoptando tal postura
dais a entender, señor
que yo soy el herrador
y vos la cabalgadura
#10 Los ingleses tienen a Oscar Wilde, otro tío genial, y en el otro lado del charco a Groucho Marx. Pero quizá no tenían la mala leche de Quevedo, eso sí.
Por completar la lista, me acuerdo de otra en la que se dice que, al ofrecerle un plato de sopa al alcalde de una villa, le dijo:
"¡¡Alcalde, al caldillo!!"
Comentarios
Ya me la sabía, nos la contó el profesor de Historia, y no le sentó bien a la de Literatura, porque hubiera querido contarla ella, jejeje...
Cuentan de él otra, que no sé si será cierta.... pero el caso es que dicen que estaba de paseo por el campo cuando le entraron ganas de hacer lo que sólo él podía hacer por sí mismo (vamos, que le vino un apretón de tripas), de modo que se agachó junto a unos árboles y se puso a ello. Una joven que volvía de lavar en el río le vio de espaldas haciendo de cuerpo, y sin duda por su juventud, se asustó, y gritó:
- ¡¿Qué vedo, Dios, qué vedo?!
Y el poeta, subiéndose la ropa como pudo, remató:
- ¡Grande debe ser mi fama, cuando hasta por el culo me reconocen!
Repito que para mí esto es una leyenda urbana, pero desde luego, es divertida, jejejeje....
Dita.
¡¡antigua!!
Quevedo es una fuente inagotable de diversión. Tenía como costumbre orinar en un portal (él y todos en su época). La familia del portal elegido por Quevedo recurrió a la habitual colocación de un crucifijo en el rincón elegido para disuadir al meón. El crucifijo iba acompañado de la inscripción:
"Donde se ponen cruces, no se mea"
Quevedo, lejos de sentirse mal y buscar otro portal, siguió empleando su lugar favorito y lo justificó con otra inscripción:
"Donde se mea, no se ponen cruces".
#9 Perdón, sería: "Aquí meaba D. Francisco de Quevedo, incarrefour"
#8 Hoy, en ese portal, podrían una placa: "Aquí meaba D. Francisco de Quevedo, incontinente"
#15, es "plata no es", que has puesto directamente la respuesta....
Ya me la sabía, aunque diferente, ya que la apuesta era que se lo diría dos veces:
“Entre la rosa y el clavel, su majestad escoja; entre la rosa y el clavel, escoja doña Isabel”
Era un crack.
Para que luego digan que el humor inteligente es cosa de ahora....
Quevedo hoy trabajaría en SLQH
#2 o escribiendo en las puertas de los lavabos
Recuerdo que mi abuelo me contaba esa anécdota de pequeño, pero aún iba un paso más allá
El rey, ofendido e imbuida de justa ira por la ofensa del poeta, pero incapaz de admitirse humillado a los ojos de la plebe, quiso darle una injusticia e hizo contratar a cuatro bribones de mala calaña que se personaron en sus dependencias a horas intempestivas.
- ¿Qué os trae a estas horas buenos señores? -preguntó Quevedo, receloso de la tardía visita, no del todo inesperada.
El más malcarado de todos, un individuo con una cicatriz que le cruzaba el rostro de lado a lado le espetó con sorna:
- Venimos a hacer de cuerpo en tu cama por orden del rey.
El ingenio de Quevedo estuvo a la altura de su fama. Cogiendo una pistola que guardaba cargada cerca de su cama para maridos furiosos y lectores poco amantes de sus rimas, apuntó al grupo de rufianes y dijo en voz muy calmada:
-De acuerdo, proceded pues con vuestra faena, y haced de vientre sobre mi cama, pero... -continuó agitando la pistola- ¡al que se mee lo mato aquí mismo!
^__^
Otro calambur:
"yo lo coloco y ella lo quita" "yo loco loco y ella loquita"
#11 ¿Cuantos años hace del cambio de nombre?, y se les sigue llamando Pryca y Continente. Hasta al Simago he oido nombrar hace poco
Magnífico. Me la contaron hace tiempo pero no la recordaba.
A parte, la página que enlaza al final, donde batallean Góngora y Quevedo también me ha gustado mucho.
¡Qué bueno, Pensar... calambur! ¡No sabía que esa palabra existía en español, yo conocía la francesa "calembour" y pensaba que se traducía como "retruécano"!
Miguelitor, si es que es una manía que tengo, me sale solo, ya es automático... pero en fin, trataré de quitármelo.
Di.
(iré poco a poco)
Creo recordar que esa anécdota la cuentan en Alatriste (el libro, la peli no la he visto)
#5 A mi tambien me lo conto un profesor
Pd. Ya te lo he comentado en otra ocasion, no hace falta que firmes los comentarios, tu nombre ya aparece debajo de los mismos
Según el libro, "La Historia de España vista por Forges" publicado hace un monton de años, los versos referidos a Felipe IV cuando este pidió a Quevedo que le diera pie (literario), quedan asi:
Adoptando tal postura
dais a entender, señor
que yo soy el herrador
y vos la cabalgadura
... que es lo mismo, pero no es igual.
#10 Los ingleses tienen a Oscar Wilde, otro tío genial, y en el otro lado del charco a Groucho Marx. Pero quizá no tenían la mala leche de Quevedo, eso sí.
Yo me se otra: Oro parece, plátano es quién no lo adivine, tonto es
Buenafuente aun te queda mucho por aprender...
No creo que en toda la historia se haya dado un tio con más luces que Quevedo. Qué pena de no haber nacido inglés, lo que se pierde mucha gente.
Lengua afilada y diestro con la espada.
Relacionada: Calambur, un juego de palabras
Calambur, un juego de palabras
juegosdepalabras.comPor completar la lista, me acuerdo de otra en la que se dice que, al ofrecerle un plato de sopa al alcalde de una villa, le dijo:
"¡¡Alcalde, al caldillo!!"
Esto es más viejo que mear en lata.
#5 que grande!
De día tose, y de noche esputa
Curiosidades: A raíz de este comentario
uno-cinco-alemanes-mas-ricos-pierde-cientos-millones-apostando-baja-vo#comment-18
he estado citas sobre apuestas y resulta que me he topado con este mismo artículo y posteriormente me encuentro que alguien lo ha publicado en meneame.....
Curiosa coincidencia.
Hace un calor... ¡que te torras!
Tocame la po..
ya no te lo digo
tocame la cho
rabo de gorrino.
Tranquilos que hoy dia tenemos a los raperos haciendo rimas, y batallas de gallos.
Les Luthiers, fabulosos con su Ester Sícore. http://www.icsi.berkeley.edu/~chema/luthiers/134.html
Ya, es como aquello que dicen que no es lo mismo un metro de encaje negro, que un negro te encaje un metro
A mi me la había contado mi abuela de pequeño y me pareció genial, Quevedo lo era...
#20 by manu chao??
Esto nos lo contaron en clase una vez (de las anecdotas si que se acuerda uno )
Venga, a ver quién se anima a subir el chiste del perro Mistetas.
La media de edad de este sitio debe estar ahora mismo por los doce años.