Hace 10 años | Por kimnet a presseurop.eu
Publicado hace 10 años por kimnet a presseurop.eu

El caso de las izquierdas radicales en Grecia es un ejemplo claro. Syriza, una coalición de movimientos de ciudadanos y de agrupaciones de izquierda, fue calificada de antieuropea y populista durante las dos elecciones de mayo y junio 2012. Entonces las cancillerías europeas se movilizaron y describían a Syriza como el monstruo a derribar. Berlín amenazó con cerrar los grifos de las ayudas. Pero ni Syriza ni su dirigente Alexis Tsipras son antieuropeos. Exigen otra Europa. Y eso es lo que asusta a la clase política dirigente.