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Extracto de https://chathispano.com/normas/normas-sobre-canales a día 17 - 06 - 17
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"[...] Me ha parecido un programa un poco lioso, es muy diferente a lo que tenemos ahora. Echo de menos ver las fotos de perfil o el estado de la gente, y saber si están en línea o me están escribiendo", es el resumen de M.J. sobre su experiencia. Pero cuando le pregunto si le ha gustado, ahí no lo tiene tan claro: "No, y sí. No, porque está un poco anticuado y no me gusta chatear con gente que no conozco de nada. Y sí, porque puedes hacer bromas y luego te vas sin que sepan quién eres ni nada". Ay, M.J., qué troll habrías sido en IRC de haber nacido unos años antes... "
https://www.genbeta.com/mensajeria-instantanea/hola-tengo-14-anos-y-he-pasado-una-semana-usando-el-irc
"[...] Hoy un polvoriento libro, un viejo reloj, nos recuerda unos años en donde pudimos empezar a experimentar otro tipo de relaciones: las cibernéticas. El IRC fue una piedra angular de todo ello, permitiéndonos entrar en una sala de chat y al minuto siguiente hablar con un completo -o completa- desconocido/a como si nos conociéramos de toda la vida. Tenía sus riesgos, pero también su atractivo. Hoy los gobiernos nos sobreprotegen mientras aprovechan para de paso cibervigilarnos.[...]"
http://zonacasio.blogspot.com.es/2016/04/la-banda-del-irc.html
"[...] Por contra IRC deja espacio al trolleo, que no vale la pena molestarse en negar que se trata de una de las piedras angulares de Internet (junto al porno, las fotos de gatitos y darse sopapos dialécticos en los foros). Así pues entre las distintas posibilidades para alterar la marcha normal de un canal o usuario [...]"
http://www.malavida.com/es/analisis/cosas-que-puedes-hacer-en-irc-y-en-facebook-no-o-si-pero-con-matices-004991
"[...] ¿Cómo se toman tus ideas controvertidas en el IRC?
Como cualquier otra. Cada uno de los que estamos ahí tiene unos motivos muy concretos para no firmar. Habitualmente la gente del canal se lo toma bien y estamos sometidos a cierta disciplina formal. [...]"
https://www.vice.com/es/article/este-hombre-lleva-quince-aos-chateando-en-el-irc-452
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Para aclarar al lector interesado: este escrito no va sobre ningún tipo de extraña connivencia entre operadores de canales o de red (comúnmente denominados "arrobas") hipotética y muy malpensadamente elegidos bajo criterios de minusvalía y con los que, consecuentemente y siguiendo esta premisa, encontrarles un más que posible uso para la sociedad (o un espectro particularmente curioso de ella, a la manera en la que un organismo de seguridad estatal discurriera instalar una cámara de grabación en una silla de ruedas de un tetrapléjico para concederle más libertad de movimiento a cambio de sacrificar un poco de su "vida eléctrica" en pro del bien mayor Estatal). Tampoco discutiremos las extrañas maniobras de las que se podría -según sugiere algún maledicente- servir un operador de red (hipotéticamente el único usuario capaz de ver la IP real de cualquier otro) para iniciar seguimientos y sembrado de paranoia mediante el empleo de datos personales entre los usuarios que visitan un canal X (a efectos prácticos y salvando los pormenores técnicos de la analogía, tal sería como ver "el nombre de la casa donde vive una persona" y poder empezar una labor de investigación de vulnerabilidades más concreta).
Este escrito no discutirá estos derroteros ni se detendrá un solo segundo a cuestionarlos. Por lo ya dicho, malpensados y carentes de todo fundamento siquiera remoto.
Recuerdo con exactitud cómo y por qué cristalizó mi afición por las conversaciones en el IRC. Aunque no mencionaré la fecha, dibujaré un contexto: Abril, 16:30 P.M. La natural curiosidad de un joven en el equilibrio entre las normas y limitaciones a respetar y el ímpetu por asimilar las maravillosas creaciones disponibles a mi alcance ofrecen pocas alternativas más allá del ordenador. Apenas pocos años después de haberse construido la torre con sus correspondientes periféricos y con un Internet relativamente deficiente, las descargas de archivos superiores a 500 MB se antojaban epopeyas (y digo esto mirando mi última descarga, de aproximadamente 1,6 Terabytes). Una evolución rápida que nunca pidió permiso ni se le exigió. MSN, botones para hacer vibrar la ventana de conversación, opción de dibujo en los mensajes, emoticonos con animaciones de colores... ¿existe algún programa para hablar con muchas personas a la vez? Existe: por aquel entonces el portal se llamaba Terra. ¿Dónde cliquear? Colores por todos lados sin flechas señalizadoras o "Ud. está aquí", ni aviso del posible castigo, infracción o perjuicio en caso de pulsar en la opción incorrecta. Y esto último no era ningún óbice, antes bien el mayor aliciente.
Al cabo de varios intentos fallidos y siguiendo instrucciones debidamente enumeradas, se entra en los primeros canales. En unos, el recepcionista era un usuario que jamás respondía cuando se le preguntaba, simplemente se limitaba a ofrecer puntos si se acertaban las palabras clave a preguntas que formulaba con tiempo límite; en otros, jueces severísimos que te expulsaban sin clemencia si se te ocurría hablar de algún "diPUTAdo", POR NO mencionar el COÑazo de otras palabras tabúes sin serlo fruto de cribas demasiado laxas. Aún siguen ahí, sentados en cybersillas de mecera, contradiciendo alguna que otra norma clarísimamente establecida en la página con la que se inicia este post y ordenándole al Sol que salga a las 7 y que se ponga a las 9. Vistos en perspectiva, jueces bastante generosos.
La vitalidad de algunos usuarios era legendaria; gastar unos minutos con ellos hacía sentir a uno una especie de "honor espiritual" parecido a conseguir una audiencia con un especialista en explosivos, un Walter White picacódigos o algo mejor todavía. Periódicamente y obedeciendo a horarios laborales, aparecían para saludar a gente ya conocida, compartían breves palabras anodinas, y desaparecían sin levantar mucho polvo. Labrarse una reputación de feligrés en cualquier canal no era posible: no estaba diseñado para albergar intimidad, olor, arruga o impericia; además, el registro (propio, o ajeno en caso de usuarios con vulnerabilidades de script) podía obtenerse en pocos minutos. Apenas cinco palabras para labrar toda una leyenda o hundirte en la peor de las miserias, y estas tres palabras no necesariamente tenían que ser tuyas o respetar sintaxis del idioma castellano. Un amigo mío había estado ya varias veces en estas redes por medio de clientes IRC con el fin de obtener compilados TEU con enlaces p2p que incorporar al eMule (aún no sabía qué significaba nada de todo eso), pues aún entonces se perseguían estas actividades y no se contemplaba ningún beneficio en la transferencia de libros de Álgebra o escaneos de enciclopedias repartidas a domicilio. Este amigo me enumeraba las múltiples cualidades de ese producto sin par, el IRC; dejando de lado mi antipatía hacia cualquier novedad que alterase mis ritos y costumbres, me dispuse a darle una oportunidad al aparato.
Apenas en el recibidor de un canal, conversaciones "de todo tipo" tienen lugar. Unas veces una divorciada, otras veces un taxista. No era (no es) raro leer "buenas tardes" nueve veces seguidas y escuchar ruidos de patos anunciando tu nombre (nick) como para abrir un coto privado de caza. Colorines en el título al llegar, sobre un gigantesco fondo blanco que ningún escritor serio se atreve a mancillar y que cualquier usuario al uso pisotea sin muchas contemplaciones Doritos en mano. Estos felicísimos detalles de invaluable inocencia proclamaban un mundo de posibilidades donde las precauciones o los peros parecen impertinentes. La clase de sentimiento que cualquier rockero experimenta al entrar por primera vez en la primera tienda donde le venden aretes y muñequeras con pinchos con la imagen monocroma del Ché. Muy temprano se advierten las relaciones entre usuarios; preferencias que nunca nacen ahí, sino que se desarrollan a su través: uno/a no entra para conocer a gente y si los conoce ya, ya no se plantea este medio para hablar con esa persona (no quiere decir que no se hiciera, que se hizo y mucho). Frases con dobles sentidos sobreentendidas sin error y un halo de pulcritud y bienestar entre conocidos de toda la vida, un hogar de perros viejos que ni viejos, ni perros, y que todavía tienen que descubrir que recurrir a esta clase de tonterías no significa sino que ni siquiera son conocidos pero que les pueden las ganas de. No puedo reprochárselo.
Al IRC se entra por no poder entrar en otras opciones de diversión y entretenimiento más agradables, como un paseo por lugares de preferencia o una visita a un sitio nuevo. La espontaneidad, lo novedoso y lo aleatorio se desvanecen pronto cuando uno descubre que llega a un sitio que ofrece "la posibilidad de hablar de todo con todo el mundo", pero que ni todo el mundo está interesado en escuchar, ni tú tienes historias tan excitantes u originales. Los usuarios son constantemente alentados a hablar y actuar con total libertad, pero ¿cuánta libertad cabe en un canal lleno de extraños? ¿Y si ofende un chiste sobre amputaciones? ¿Y si me equivoco en la taxonomía del ajolote y me descubren? Nadie tiene suficiente información concreta acerca del historial de los anfitriones con potestad para silenciar o expulsar y que, al mismo tiempo, amablemente te seducen con prebendas para que seas "esa sangre nueva" tan necesaria para su pervivencia. El estar presente en estos canales, toda vez que las invitaciones son aceptadas sin que haga falta decir "Fidelio" al mayordomo de la entrada ni ponerse una máscara, al final sólo sirve para realzar el estatus de aquellos que saben más de uno sobre las condiciones o las peculiaridades del sitio... cuando no "sobre uno" directamente al aplicar los algoritmos informáticos satánicos pertinentes.
No es culpa de ninguno de esos invitadores que de repente se sientan vacíos y necesiten a toda costa el encontrar a otros en los que explotar el asombro y la maravilla ante minucias como el estar en un mismo sitio durante meses sin ningún otro mérito o el no decir nada más importante que "buenos días" nueve veces (si acaso 10). Los usuarios más veteranos, los que ven cómo evolucionan las redes de mensajería pero no sus usuarios [las mentes de los usuarios (los fértiles campos que deberían rebosar de ideas y que lloran de sequía)], en breves ejercicios de honestidad en los que descubren que no han hecho absolutamente nada en particular, nada de lo que poder sentirse orgullosos, para lo mucho que han estado en un sitio con tantas "teóricas posibilidades", callan en silencio y miran a los novatos con condescendencia, como si el saber ese secreto (que todo ese puto tinglado no es sino un gran vacío) fuese en sí una iniciación. Es necesario escribir mucho ":)" para diferenciar un comentario hiriente (aunque no lo sea) de uno con tono sarcástico y sin malicia (aunque tampoco), y es interesante cómo el sentimentalismo del emoticono es más explotado por los grupos más indefensos de la sociedad, esos que por falta de opciones recurren más al chat, al emoticono y a los contactos con otros. A la metáfora de un sentimiento antes que el sentimiento en sí mismo. En pocas palabras, es suficiente leer "xd" para llegar a la conclusión de que, las más de las veces, la expresión facial más semejante en ese momento por quien lo escribe pueda ser una mueca o un torcimiento de labio.
(Fin del acto 1)
(Acto 2)
Cada cierto tiempo, visito un canal aleatorio, y voy porque me apetece :) ; más aún si me invitan (no soy de los que digan "no" salvo si la invitación es muy disruptiva con lo que ya me gusta hacer) e incluso si en realidad no me apetece en absoluto o no le encuentro ningún aliciente a la temática del canal. ¿Qué ofreces tú que no me ofrezcan los otros ocho mil restantes? ¿ Aquello de lo que tú hablas no puedo hablarlo en #Barcelona o en #fontaneros_sin_complejos ? Me apunto y entro al ajo, en absoluto por creer que vaya a divertirme, sino sólo para ver a la gente, sentir qué siente el que invita cuando la invitación y la no invitación dan el mismo resultado pero una implica un esfuerzo que se podía ahorrar... y también, por qué no, podría pasar algo realmente divertido. Si existió un Julio Cortázar, pueden perfectamente existir dos. Me presento con mi nick, digo el "Buenas tardes" (me toca a mí la 4ª vez y después de mí la quinta, y la sexta...), cuento un chiste de mariquitas y veo si me banean. No lo hacen, incluso alguno me pregunta por la moraleja. "xd", "¿Qué tal?" "youtube.com/watch?fdasdfasdfasd temazo loko". Me quedo diez minutos en silencio, leyendo. He cumplido. Me salgo.
Quizá mi impaciencia con estas maniobras provenga del hecho de que jamás he irrumpido activamente en un evento, digamos de manera muy "implicada". Antes bien, he preferido observarlos desde una distancia prudencial, permitiendo a otros muchos más expertos que yo en la materia interactuar, seguir los rituales de conversación pertinentes, caer de bruces y sacudirse de encima el polvo con la mayor dignidad posible y procurando que no les haya visto mucha gente abrir privado a esa individuo de nick "ChicaRemolona19" que en realidad les ganaba en centímetros de dedo corazón y pulgares prensiles. Estas observaciones me han granjeado una suerte de conclusiones; de manera análoga a tantos otros publicados en páginas web del ramo y sin ningún conflicto de interés ( :) ), procedo a su disección ordenada por capas.
Como cualquier entendido en las redes comprende, el ritual de conversación protocolario en cualquier red social empieza de manera tangencial. En el canal general usualmente se ofrecen temas actuales que no requieren de un gran esfuerzo por parte del hipocampo, todo lo más una lectura rápida del periódico comprado a la vieja más cercana al domicilio y descontando el crucigrama y la tetona de la última página. Aquí se presentan los desconocidos. Aunque el IRC se considera un hobby, de añadidura al horario laboral, las conversaciones que en él tienen lugar adquieren muy pronto tintes de activismo en pro de la identidad propia. Al final lo que más importa en estas conversaciones no es la diversidad de las distintas personas que pueden participar, sino los puntos en común con los que poder relajarse: que personas con tantas diferencias entre sí muestren actitudes e intereses parecidos al conversar, o por lo menos incumplan las mismas normas ortográficas, a medida que los temas vienen y van. Cada uno de ellos no puede detenerse demasiado en temas estrictamentee relacionados con las áreas que dominan, así que se escogen los temas o puntos de actualidad que incitan más fácilmente la controversia y que además les parecen interesantes. De ese modo, el fontanero catalanista pregunta (aunque no con mucho interés) sobre el debate de la Independencia, pero no sobre las novedades del diseño de tuberías, las huelgas de su gremio o la estafa de los que instalan sin los permisos correspondientes; el profesor universitario se queja de lo inútiles que son las nuevas generaciones en su alumnado pero no se para a discutir los orígenes indoeuropeos de determinadas declinaciones de acuerdo a las últimas investigaciones llevadas a cabo por su colega en la Universidad de Rumanía. La presentación de los desconocidos pasa, de esta manera, a convertirse en un ejercicio de expedición y exploración de la ignorancia (de los demás), y todos los presentes ven así justificados sus pensamientos de sentirse realmente privilegiados por disponer de aparatos (los ordenadores) que consumen tanta energía como cualquier fábrica de carbón en el siglo XIX, dedicados a cuestiones de tan alta alcurnia.
O más todavía: los presentes pueden no ser en realidad fontaneros ni profesores Universitarios. Nada garantiza que ruben34zgz no sea sino Pablo Iglesias Iturrión en un breve estiramiento mental y mantenimiento de contacto con el populacho antes de enzarzarse de nuevo con vericuetos burocráticos, y esas conversaciones no sean sino un pre-calentamiento para futuras reuniones de miembros del auténtico y jamás mejor enmascarado Club Bildelberg, uno imposible de localizar precisamente por lo evidente y disponible para todo el mundo. Como puede comprobarse, el engreimiento empieza nada más uno se da cuenta de que una invitación a veces hace falta para acceder a según qué sitios de "elegidos", y de ahí en adelante todo es un camino cuesta abajo que no hace sino aumentar la sensación de exclusividad y vanagloria (no lo olvidemos, siempre con un "buenas tardes" mediante, y siempre repetido 9 veces). Por supuesto, no todos los que no saludan son bots, siempre hay cuatro o cinco (o cuarenta o cincuenta) en estricto ascetismo de privación verbal -demasiado humildes como para atreverse a romper el flow de varios usuarios parloteando sin acuerdo previo- solamente roto ante la presencia de la ya mencionada "ChicaRemolona19" que provoca en su metabolismo lo que la primavera a los cerezos. La orquesta de buenos-días les ignora en un sentido positivo: hablarán con ellos cuando estos escriban algo, y ese algo les sea relevante.
Se pide a los usuarios implicación: esa broma sobre los terroristas ofende a la dignidad moral y no faltarán jamás las desavenencias en cuanto a malentendidos por faltar un acento aquí, por sobrar un comentario sobre explosivos justo después del día del atentado en Ramstettenburgo allá (la periodicidad de los mismos asegura que los comentarios que impliquen derivados de los azoles sean siempre inoportunos salvo en el canal de #quimica que, precisamente a cuenta de esto y por fortuna, jamás fue creado ni se creará). Aparece el/la fundador/a del canal; las conversaciones se interrumpen y no tardan los comentarios de elogio, los ruegos para que se quede, para que no se esfuerce tanto por asegurar la calidad de los canales ( :) :) :) :) ). Si se compara ese momento con un almuerzo, el fundador es quien parte, reparte, se lleva la mejor parte, bendice la mesa y mira fijamente a todos los convidados de piedra antes de hincar el tenedor, o irse. A modo anecdótico, comentar que yo me salvo de toda esa tontería ceremoniosa por el detalle de que a mí la cybergenuflexión me resulta en gran medida indiferente (por ahora). Aquí no comento esto para buscar la aprobación del lector. No es la intención. A diferencia de en una relación estrictamente laboral o aquella que vincula a un padre con un hijo (o a un gobernador con el adscrito a su territorio foral), no me siento obligado, frente a mi teclado y mi cuadriculado y luminoso monitor con el iconito de Güindous, a buscar la aprobación y el beneplácito de mi contertulio. Por ello, digo sin tapujos en la que probablemente sea mi mayor extensión de texto escrita en Menéame hasta la fecha: la usuaria -de nick que empezaba por "Rese" y acababa en "teando"- que me dijo una vez que las redes sociales eran una de las pocas oportunidades para que gente que no se conocía pudieran mantener conversaciones inteligentes y agradables, creo le faltaban un buen par de tornillos. Las conversaciones en las redes sociales son de un calibre mental con números negativos. Conversaciones inteligentes y clarificadoras -de cualquier tipo o especialidad- no pueden tener lugar en un contexto en el que cualquier convicción fundamentada en argumentos elaborados y múltiples está mal vista por defecto, y las ganas por seguir el hilo de un pensamiento son constantemente enterradas por las últimas noticias sobre la parida de un presidente o el (supuesto) ridículo de un presentador con un actor extranjero invitado, donde las emociones intensas por resoluciones claras se reservan solamente para desearle la muerte al hijoputa de turno que mató un perro a palazos. La conversación TIENE que ser chispeante y emotiva, plas-plas-plas-plas-plás, conclusiones acertadas o deducciones ingeniosas no hacen sino cortar el rollo de los presentes, porque "no sigues tirando en el juego de playa de la cuerda" y se trata precisamente de eso, no de "¿qué más da, desatar que cortar?"
¿De qué hablar, entonces, si te mueres de ganas por leer los entresijos del cribado genómico con microarrays, de qué siente una persona cuando un tiburón le arranca la mitad del cuerpo o come bromadiolona a puro bocao, de cuáles son los protocolos específicos para cagar en el monte, o de la otra posible conclusión del "Asesinato en el Orient Express"? Pues de lo caro que está todo; de que son los alcaldes los que quieren que cuanto peor, mejor; de lo que mola el disco de Rory Gallagher, lo inmerecido del Nobel de Bob Dylan o el twitter incendiario de una chica trans cuya identidad sexual de repente a todo el mundo le importa. Personas que de ordinario no se preocuparían jamás por el avance tecnológico de los drones, por la cuestión de los movimientos migratorios México-EEUU o por la acupuntura de repente siguen el compás del director de orquesta del periódico de turno con la última noticia en primera página, aunque un mes después les sude enormemente las pelotas lo que les pase a los habitantes de Iguala o Ayotzinapa (México) por mucho que los estudiantes asesinados fueran tan injustamente muertos como lo fue el propio Lorca, dónde se habrá podrido el cadáver de Aylan Kurdi (el niño refugiado sirio ahogado), Excalibur el perro con Ébola, o las grabaciones de Fernández Díaz para tirar por tierra a las oposiciones políticas. No importa realmente el tema, porque el tema no es el fin sino el medio. Los datos técnicos pueden consultarse generalmente en cualquier enciclopedia al uso (todavía más con Wikipedia), pero con los comentarios de turno (a diferencia de los valores precisos), el lector avezado averigua por infusión en qué clase social se encuentra, cuáles son sus preocupaciones y las del vecino, cuál es su posición en el mercado de ideas y de sus propietarios; se incorpora de traspiés en el circulo vicioso del pensamiento en el que "eres aquello de lo que hablas, aquello que tus preocupaciones te permiten pensar, y hasta los límites del pensamiento que tu léxico te permita".
A modo de apunte a este respecto, me gustaría saber por qué nadie de todos los entrevistados del IRC en los enlaces del Acto 1 comenta el pequeño detalle de que, si intentas hablar en francés o inglés, eres automáticamente baneado en TODOS los canales generales y todavía más, sin explicación válida de por medio. Lo gracioso es que no hay ninguna norma al respecto que contradiga o prohíba el uso de vascuence, euskera o lunyankole si es preciso, pero el "contrato no verbal" a este respecto existe, el acuerdo tácito entre arrobas es real. No puedes hablar en idiomas extraños en aquellos canales de temática general cuyo founder no los domina, so pena de pensamiento digresivo y descontrol lingüístico en plan "another brick in the wall". Un saludo a @Victima_de_la_Cultura , él sabrá a qué me refiero (y si no, sabe dónde averiguarlo en muy poco tiempo).
Esta clase de conversaciones son una forma de entretenimiento propio de las grandes ciudades. Los habitantes de las periferias o zonas socioeconómicamente inferiores necesitan hablar con conocimiento de causa sobre cuestiones más detalladas y entresijos de los temas que se tratan, a la manera en que alguien que visita una ciudad en la que no ha nacido debe optimizar su tiempo y energías para adquirir los recursos que necesita de vuelta a su pueblo natal. Los más acomodados, con mayor cantidad de necesidades cubiertas -y por lo tanto, menos inquietudes- encuentran estos medios como lugares donde sobrellevar conversaciones "de pasada"; comprenden que la ratio coste/beneficio es menor en lugares así y no dedican tanto tiempo como los novatos. Es posible que el envejecimiento de una plataforma de conversación por chat pueda medirse en función de la cantidad de conversaciones profundas en relación con las "mundanas" que tienen lugar en él, e incluso, la relación entre esta clase de conversaciones y la renta per capita de la localidad en la que los servidores se hallan localizados. Puede que esto sea divagar de más, pero no es en absoluto falso que un indicador de crecimiento social es la cantidad de bibliotecas, a lo que llama la atención la divergencia entre "envejecimiento" y "crecimiento" en función del soporte de la información, en papel, o digital.
La cantidad de conversadores en torno a un tema determinado no suele sobrepasar los 8 ó 6. El número de implicados también influye en la intensidad con la que un individuo se atreve a defender su punto de vista y si se predispone más a escuchar convencido de que el esfuerzo por convencer le vencería de partida. Conversaciones intensas entre dos personas, tal vez tres, son señaladas como si hablasen en un idioma extraño. No es raro encontrar entre gran cantidad de usuarios de nick "PepeElDelHuevoRepe", o "Abogado-Dominante" a alguien interesante con quien realmente seguir un tema de conversación, pero sin poder hacer mucho más que compartir algunos breves guiños a referencias del pasado con cierta complicidad rebelde y promesas vanas en plan "tal vez en otra ocasión, en otro canal y con otro nick".
Al final, la gente se harta y abandonan el canal hasta otro día. Se va el primero en plan aventurero, le siguen los demás con la disculpa del primero. El día en el canal ha terminado, quedan aún unos cuantos que siguen la retransmisión en directo de una emisión televisiva con comentarios que no entiendería nadie por no seguir el contexto. Puede quedar alguien que diga "no os vayáis aún" sin decirlo, "aún no he podido encontrar la palabra exacta para decirle a Marga_37 lo que siento", pero aprenderá muy pronto a ahogar ese sentimiento de desdicha virtual y a recurrir más al diccionario si realmente le importa.
(Acto 2)
Cada cierto tiempo, visito un canal aleatorio, y voy porque me apetece :) ; más aún si me invitan (no soy de los que digan "no" salvo si la invitación es muy disruptiva con lo que ya me gusta hacer) e incluso si en realidad no me apetece en absoluto o no le encuentro ningún aliciente a la temática del canal. ¿Qué ofreces tú que no me ofrezcan los otros ocho mil restantes? ¿ Aquello de lo que tú hablas no puedo hablarlo en #Barcelona o en #fontaneros_sin_complejos ? Me apunto y entro al ajo, en absoluto por creer que vaya a divertirme, sino sólo para ver a la gente, sentir qué siente el que invita cuando la invitación y la no invitación dan el mismo resultado pero una implica un esfuerzo que se podía ahorrar... y también, por qué no, podría pasar algo realmente divertido. Si existió un Julio Cortázar, pueden perfectamente existir dos. Me presento con mi nick, digo el "Buenas tardes" (me toca a mí la 4ª vez y después de mí la quinta, y la sexta...), cuento un chiste de mariquitas y veo si me banean. No lo hacen, incluso alguno me pregunta por la moraleja. "xd", "¿Qué tal?" "youtube.com/watch?fdasdfasdfasd temazo loko". Me quedo diez minutos en silencio, leyendo. He cumplido. Me salgo.
Quizá mi impaciencia con estas maniobras provenga del hecho de que jamás he irrumpido activamente en un evento, digamos de manera muy "implicada". Antes bien, he preferido observarlos desde una distancia prudencial, permitiendo a otros muchos más expertos que yo en la materia interactuar, seguir los rituales de conversación pertinentes, caer de bruces y sacudirse de encima el polvo con la mayor dignidad posible y procurando que no les haya visto mucha gente abrir privado a esa individuo de nick "ChicaRemolona19" que en realidad les ganaba en centímetros de dedo corazón y pulgares prensiles. Estas observaciones me han granjeado una suerte de conclusiones; de manera análoga a tantos otros publicados en páginas web del ramo y sin ningún conflicto de interés ( :) ), procedo a su disección ordenada por capas.
Como cualquier entendido en las redes comprende, el ritual de conversación protocolario en cualquier red social empieza de manera tangencial. En el canal general usualmente se ofrecen temas actuales que no requieren de un gran esfuerzo por parte del hipocampo, todo lo más una lectura rápida del periódico comprado a la vieja más cercana al domicilio y descontando el crucigrama y la tetona de la última página. Aquí se presentan los desconocidos. Aunque el IRC se considera un hobby, de añadidura al horario laboral, las conversaciones que en él tienen lugar adquieren muy pronto tintes de activismo en pro de la identidad propia. Al final lo que más importa en estas conversaciones no es la diversidad de las distintas personas que pueden participar, sino los puntos en común con los que poder relajarse: que personas con tantas diferencias entre sí muestren actitudes e intereses parecidos al conversar, o por lo menos incumplan las mismas normas ortográficas, a medida que los temas vienen y van. Cada uno de ellos no puede detenerse demasiado en temas estrictamentee relacionados con las áreas que dominan, así que se escogen los temas o puntos de actualidad que incitan más fácilmente la controversia y que además les parecen interesantes. De ese modo, el fontanero catalanista pregunta (aunque no con mucho interés) sobre el debate de la Independencia, pero no sobre las novedades del diseño de tuberías, las huelgas de su gremio o la estafa de los que instalan sin los permisos correspondientes; el profesor universitario se queja de lo inútiles que son las nuevas generaciones en su alumnado pero no se para a discutir los orígenes indoeuropeos de determinadas declinaciones de acuerdo a las últimas investigaciones llevadas a cabo por su colega en la Universidad de Rumanía. La presentación de los desconocidos pasa, de esta manera, a convertirse en un ejercicio de expedición y exploración de la ignorancia (de los demás), y todos los presentes ven así justificados sus pensamientos de sentirse realmente privilegiados por disponer de aparatos (los ordenadores) que consumen tanta energía como cualquier fábrica de carbón en el siglo XIX, dedicados a cuestiones de tan alta alcurnia.
O más todavía: los presentes pueden no ser en realidad fontaneros ni profesores Universitarios. Nada garantiza que ruben34zgz no sea sino Pablo Iglesias Iturrión en un breve estiramiento mental y mantenimiento de contacto con el populacho antes de enzarzarse de nuevo con vericuetos burocráticos, y esas conversaciones no sean sino un pre-calentamiento para futuras reuniones de miembros del auténtico y jamás mejor enmascarado Club Bildelberg, uno imposible de localizar precisamente por lo evidente y disponible para todo el mundo. Como puede comprobarse, el engreimiento empieza nada más uno se da cuenta de que una invitación a veces hace falta para acceder a según qué sitios de "elegidos", y de ahí en adelante todo es un camino cuesta abajo que no hace sino aumentar la sensación de exclusividad y vanagloria (no lo olvidemos, siempre con un "buenas tardes" mediante, y siempre repetido 9 veces). Por supuesto, no todos los que no saludan son bots, siempre hay cuatro o cinco (o cuarenta o cincuenta) en estricto ascetismo de privación verbal -demasiado humildes como para atreverse a romper el flow de varios usuarios parloteando sin acuerdo previo- solamente roto ante la presencia de la ya mencionada "ChicaRemolona19" que provoca en su metabolismo lo que la primavera a los cerezos. La orquesta de buenos-días les ignora en un sentido positivo: hablarán con ellos cuando estos escriban algo, y ese algo les sea relevante.
Se pide a los usuarios implicación: esa broma sobre los terroristas ofende a la dignidad moral y no faltarán jamás las desavenencias en cuanto a malentendidos por faltar un acento aquí, por sobrar un comentario sobre explosivos justo después del día del atentado en Ramstettenburgo allá (la periodicidad de los mismos asegura que los comentarios que impliquen derivados de los azoles sean siempre inoportunos salvo en el canal de #quimica que, precisamente a cuenta de esto y por fortuna, jamás fue creado ni se creará). Aparece el/la fundador/a del canal; las conversaciones se interrumpen y no tardan los comentarios de elogio, los ruegos para que se quede, para que no se esfuerce tanto por asegurar la calidad de los canales ( :) :) :) :) ). Si se compara ese momento con un almuerzo, el fundador es quien parte, reparte, se lleva la mejor parte, bendice la mesa y mira fijamente a todos los convidados de piedra antes de hincar el tenedor, o irse. A modo anecdótico, comentar que yo me salvo de toda esa tontería ceremoniosa por el detalle de que a mí la cybergenuflexión me resulta en gran medida indiferente (por ahora). Aquí no comento esto para buscar la aprobación del lector. No es la intención. A diferencia de en una relación estrictamente laboral o aquella que vincula a un padre con un hijo (o a un gobernador con el adscrito a su territorio foral), no me siento obligado, frente a mi teclado y mi cuadriculado y luminoso monitor con el iconito de Güindous, a buscar la aprobación y el beneplácito de mi contertulio. Por ello, digo sin tapujos en la que probablemente sea mi mayor extensión de texto escrita en Menéame hasta la fecha: la usuaria -de nick que empezaba por "Rese" y acababa en "teando"- que me dijo una vez que las redes sociales eran una de las pocas oportunidades para que gente que no se conocía pudieran mantener conversaciones inteligentes y agradables, creo le faltaban un buen par de tornillos. Las conversaciones en las redes sociales son de un calibre mental con números negativos. Conversaciones inteligentes y clarificadoras -de cualquier tipo o especialidad- no pueden tener lugar en un contexto en el que cualquier convicción fundamentada en argumentos elaborados y múltiples está mal vista por defecto, y las ganas por seguir el hilo de un pensamiento son constantemente enterradas por las últimas noticias sobre la parida de un presidente o el (supuesto) ridículo de un presentador con un actor extranjero invitado, donde las emociones intensas por resoluciones claras se reservan solamente para desearle la muerte al hijoputa de turno que mató un perro a palazos. La conversación TIENE que ser chispeante y emotiva, plas-plas-plas-plas-plás, conclusiones acertadas o deducciones ingeniosas no hacen sino cortar el rollo de los presentes, porque "no sigues tirando en el juego de playa de la cuerda" y se trata precisamente de eso, no de "¿qué más da, desatar que cortar?"
¿De qué hablar, entonces, si te mueres de ganas por leer los entresijos del cribado genómico con microarrays, de qué siente una persona cuando un tiburón le arranca la mitad del cuerpo o come bromadiolona a puro bocao, de cuáles son los protocolos específicos para cagar en el monte, o de la otra posible conclusión del "Asesinato en el Orient Express"? Pues de lo caro que está todo; de que son los alcaldes los que quieren que cuanto peor, mejor; de lo que mola el disco de Rory Gallagher, lo inmerecido del Nobel de Bob Dylan o el twitter incendiario de una chica trans cuya identidad sexual de repente a todo el mundo le importa. Personas que de ordinario no se preocuparían jamás por el avance tecnológico de los drones, por la cuestión de los movimientos migratorios México-EEUU o por la acupuntura de repente siguen el compás del director de orquesta del periódico de turno con la última noticia en primera página, aunque un mes después les sude enormemente las pelotas lo que les pase a los habitantes de Iguala o Ayotzinapa (México) por mucho que los estudiantes asesinados fueran tan injustamente muertos como lo fue el propio Lorca, dónde se habrá podrido el cadáver de Aylan Kurdi (el niño refugiado sirio ahogado), Excalibur el perro con Ébola, o las grabaciones de Fernández Díaz para tirar por tierra a las oposiciones políticas. No importa realmente el tema, porque el tema no es el fin sino el medio. Los datos técnicos pueden consultarse generalmente en cualquier enciclopedia al uso (todavía más con Wikipedia), pero con los comentarios de turno (a diferencia de los valores precisos), el lector avezado averigua por infusión en qué clase social se encuentra, cuáles son sus preocupaciones y las del vecino, cuál es su posición en el mercado de ideas y de sus propietarios; se incorpora de traspiés en el circulo vicioso del pensamiento en el que "eres aquello de lo que hablas, aquello que tus preocupaciones te permiten pensar, y hasta los límites del pensamiento que tu léxico te permita".
A modo de apunte a este respecto, me gustaría saber por qué nadie de todos los entrevistados del IRC en los enlaces del Acto 1 comenta el pequeño detalle de que, si intentas hablar en francés o inglés, eres automáticamente baneado en TODOS los canales generales y todavía más, sin explicación válida de por medio. Lo gracioso es que no hay ninguna norma al respecto que contradiga o prohíba el uso de vascuence, euskera o lunyankole si es preciso, pero el "contrato no verbal" a este respecto existe, el acuerdo tácito entre arrobas es real. No puedes hablar en idiomas extraños en aquellos canales de temática general cuyo founder no los domina, so pena de pensamiento digresivo y descontrol lingüístico en plan "another brick in the wall". Un saludo a @Victima_de_la_Cultura , él sabrá a qué me refiero (y si no, sabe dónde averiguarlo en muy poco tiempo).
Esta clase de conversaciones son una forma de entretenimiento propio de las grandes ciudades. Los habitantes de las periferias o zonas socioeconómicamente inferiores necesitan hablar con conocimiento de causa sobre cuestiones más detalladas y entresijos de los temas que se tratan, a la manera en que alguien que visita una ciudad en la que no ha nacido debe optimizar su tiempo y energías para adquirir los recursos que necesita de vuelta a su pueblo natal. Los más acomodados, con mayor cantidad de necesidades cubiertas -y por lo tanto, menos inquietudes- encuentran estos medios como lugares donde sobrellevar conversaciones "de pasada"; comprenden que la ratio coste/beneficio es menor en lugares así y no dedican tanto tiempo como los novatos. Es posible que el envejecimiento de una plataforma de conversación por chat pueda medirse en función de la cantidad de conversaciones profundas en relación con las "mundanas" que tienen lugar en él, e incluso, la relación entre esta clase de conversaciones y la renta per capita de la localidad en la que los servidores se hallan localizados. Puede que esto sea divagar de más, pero no es en absoluto falso que un indicador de crecimiento social es la cantidad de bibliotecas, a lo que llama la atención la divergencia entre "envejecimiento" y "crecimiento" en función del soporte de la información, en papel, o digital.
La cantidad de conversadores en torno a un tema determinado no suele sobrepasar los 8 ó 6. El número de implicados también influye en la intensidad con la que un individuo se atreve a defender su punto de vista y si se predispone más a escuchar convencido de que el esfuerzo por convencer le vencería de partida. Conversaciones intensas entre dos personas, tal vez tres, son señaladas como si hablasen en un idioma extraño. No es raro encontrar entre gran cantidad de usuarios de nick "PepeElDelHuevoRepe", o "Abogado-Dominante" a alguien interesante con quien realmente seguir un tema de conversación, pero sin poder hacer mucho más que compartir algunos breves guiños a referencias del pasado con cierta complicidad rebelde y promesas vanas en plan "tal vez en otra ocasión, en otro canal y con otro nick".
Al final, la gente se harta y abandonan el canal hasta otro día. Se va el primero en plan aventurero, le siguen los demás con la disculpa del primero. El día en el canal ha terminado, quedan aún unos cuantos que siguen la retransmisión en directo de una emisión televisiva con comentarios que no entiendería nadie por no seguir el contexto. Puede quedar alguien que diga "no os vayáis aún" sin decirlo, "aún no he podido encontrar la palabra exacta para decirle a Marga_37 lo que siento", pero aprenderá muy pronto a ahogar ese sentimiento de desdicha virtual y a recurrir más al diccionario si realmente le importa.
Extracto de https://chathispano.com/normas/normas-sobre-canales a día 17 - 06 - 17
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"[...] Me ha parecido un programa un poco lioso, es muy diferente a lo que tenemos ahora. Echo de menos ver las fotos de perfil o el estado de la gente, y saber si están en línea o me están escribiendo", es el resumen de M.J. sobre su experiencia. Pero cuando le pregunto si le ha gustado, ahí no lo tiene tan claro: "No, y sí. No, porque está un poco anticuado y no me gusta chatear con gente que no conozco de nada. Y sí, porque puedes hacer bromas y luego te vas sin que sepan quién eres ni nada". Ay, M.J., qué troll habrías sido en IRC de haber nacido unos años antes... "
https://www.genbeta.com/mensajeria-instantanea/hola-tengo-14-anos-y-he-pasado-una-semana-usando-el-irc
"[...] Hoy un polvoriento libro, un viejo reloj, nos recuerda unos años en donde pudimos empezar a experimentar otro tipo de relaciones: las cibernéticas. El IRC fue una piedra angular de todo ello, permitiéndonos entrar en una sala de chat y al minuto siguiente hablar con un completo -o completa- desconocido/a como si nos conociéramos de toda la vida. Tenía sus riesgos, pero también su atractivo. Hoy los gobiernos nos sobreprotegen mientras aprovechan para de paso cibervigilarnos.[...]"
http://zonacasio.blogspot.com.es/2016/04/la-banda-del-irc.html
"[...] Por contra IRC deja espacio al trolleo, que no vale la pena molestarse en negar que se trata de una de las piedras angulares de Internet (junto al porno, las fotos de gatitos y darse sopapos dialécticos en los foros). Así pues entre las distintas posibilidades para alterar la marcha normal de un canal o usuario [...]"
http://www.malavida.com/es/analisis/cosas-que-puedes-hacer-en-irc-y-en-facebook-no-o-si-pero-con-matices-004991
"[...] ¿Cómo se toman tus ideas controvertidas en el IRC?
Como cualquier otra. Cada uno de los que estamos ahí tiene unos motivos muy concretos para no firmar. Habitualmente la gente del canal se lo toma bien y estamos sometidos a cierta disciplina formal. [...]"
https://www.vice.com/es/article/este-hombre-lleva-quince-aos-chateando-en-el-irc-452
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Para aclarar al lector interesado: este escrito no va sobre ningún tipo de extraña connivencia entre operadores de canales o de red (comúnmente denominados "arrobas") hipotética y muy malpensadamente elegidos bajo criterios de minusvalía y con los que, consecuentemente y siguiendo esta premisa, encontrarles un más que posible uso para la sociedad (o un espectro particularmente curioso de ella, a la manera en la que un organismo de seguridad estatal discurriera instalar una cámara de grabación en una silla de ruedas de un tetrapléjico para concederle más libertad de movimiento a cambio de sacrificar un poco de su "vida eléctrica" en pro del bien mayor Estatal). Tampoco discutiremos las extrañas maniobras de las que se podría -según sugiere algún maledicente- servir un operador de red (hipotéticamente el único usuario capaz de ver la IP real de cualquier otro) para iniciar seguimientos y sembrado de paranoia mediante el empleo de datos personales entre los usuarios que visitan un canal X (a efectos prácticos y salvando los pormenores técnicos de la analogía, tal sería como ver "el nombre de la casa donde vive una persona" y poder empezar una labor de investigación de vulnerabilidades más concreta).
Este escrito no discutirá estos derroteros ni se detendrá un solo segundo a cuestionarlos. Por lo ya dicho, malpensados y carentes de todo fundamento siquiera remoto.
Recuerdo con exactitud cómo y por qué cristalizó mi afición por las conversaciones en el IRC. Aunque no mencionaré la fecha, dibujaré un contexto: Abril, 16:30 P.M. La natural curiosidad de un joven en el equilibrio entre las normas y limitaciones a respetar y el ímpetu por asimilar las maravillosas creaciones disponibles a mi alcance ofrecen pocas alternativas más allá del ordenador. Apenas pocos años después de haberse construido la torre con sus correspondientes periféricos y con un Internet relativamente deficiente, las descargas de archivos superiores a 500 MB se antojaban epopeyas (y digo esto mirando mi última descarga, de aproximadamente 1,6 Terabytes). Una evolución rápida que nunca pidió permiso ni se le exigió. MSN, botones para hacer vibrar la ventana de conversación, opción de dibujo en los mensajes, emoticonos con animaciones de colores... ¿existe algún programa para hablar con muchas personas a la vez? Existe: por aquel entonces el portal se llamaba Terra. ¿Dónde cliquear? Colores por todos lados sin flechas señalizadoras o "Ud. está aquí", ni aviso del posible castigo, infracción o perjuicio en caso de pulsar en la opción incorrecta. Y esto último no era ningún óbice, antes bien el mayor aliciente.
Al cabo de varios intentos fallidos y siguiendo instrucciones debidamente enumeradas, se entra en los primeros canales. En unos, el recepcionista era un usuario que jamás respondía cuando se le preguntaba, simplemente se limitaba a ofrecer puntos si se acertaban las palabras clave a preguntas que formulaba con tiempo límite; en otros, jueces severísimos que te expulsaban sin clemencia si se te ocurría hablar de algún "diPUTAdo", POR NO mencionar el COÑazo de otras palabras tabúes sin serlo fruto de cribas demasiado laxas. Aún siguen ahí, sentados en cybersillas de mecera, contradiciendo alguna que otra norma clarísimamente establecida en la página con la que se inicia este post y ordenándole al Sol que salga a las 7 y que se ponga a las 9. Vistos en perspectiva, jueces bastante generosos.
La vitalidad de algunos usuarios era legendaria; gastar unos minutos con ellos hacía sentir a uno una especie de "honor espiritual" parecido a conseguir una audiencia con un especialista en explosivos, un Walter White picacódigos o algo mejor todavía. Periódicamente y obedeciendo a horarios laborales, aparecían para saludar a gente ya conocida, compartían breves palabras anodinas, y desaparecían sin levantar mucho polvo. Labrarse una reputación de feligrés en cualquier canal no era posible: no estaba diseñado para albergar intimidad, olor, arruga o impericia; además, el registro (propio, o ajeno en caso de usuarios con vulnerabilidades de script) podía obtenerse en pocos minutos. Apenas cinco palabras para labrar toda una leyenda o hundirte en la peor de las miserias, y estas tres palabras no necesariamente tenían que ser tuyas o respetar sintaxis del idioma castellano. Un amigo mío había estado ya varias veces en estas redes por medio de clientes IRC con el fin de obtener compilados TEU con enlaces p2p que incorporar al eMule (aún no sabía qué significaba nada de todo eso), pues aún entonces se perseguían estas actividades y no se contemplaba ningún beneficio en la transferencia de libros de Álgebra o escaneos de enciclopedias repartidas a domicilio. Este amigo me enumeraba las múltiples cualidades de ese producto sin par, el IRC; dejando de lado mi antipatía hacia cualquier novedad que alterase mis ritos y costumbres, me dispuse a darle una oportunidad al aparato.
Apenas en el recibidor de un canal, conversaciones "de todo tipo" tienen lugar. Unas veces una divorciada, otras veces un taxista. No era (no es) raro leer "buenas tardes" nueve veces seguidas y escuchar ruidos de patos anunciando tu nombre (nick) como para abrir un coto privado de caza. Colorines en el título al llegar, sobre un gigantesco fondo blanco que ningún escritor serio se atreve a mancillar y que cualquier usuario al uso pisotea sin muchas contemplaciones Doritos en mano. Estos felicísimos detalles de invaluable inocencia proclamaban un mundo de posibilidades donde las precauciones o los peros parecen impertinentes. La clase de sentimiento que cualquier rockero experimenta al entrar por primera vez en la primera tienda donde le venden aretes y muñequeras con pinchos con la imagen monocroma del Ché. Muy temprano se advierten las relaciones entre usuarios; preferencias que nunca nacen ahí, sino que se desarrollan a su través: uno/a no entra para conocer a gente y si los conoce ya, ya no se plantea este medio para hablar con esa persona (no quiere decir que no se hiciera, que se hizo y mucho). Frases con dobles sentidos sobreentendidas sin error y un halo de pulcritud y bienestar entre conocidos de toda la vida, un hogar de perros viejos que ni viejos, ni perros, y que todavía tienen que descubrir que recurrir a esta clase de tonterías no significa sino que ni siquiera son conocidos pero que les pueden las ganas de. No puedo reprochárselo.
Al IRC se entra por no poder entrar en otras opciones de diversión y entretenimiento más agradables, como un paseo por lugares de preferencia o una visita a un sitio nuevo. La espontaneidad, lo novedoso y lo aleatorio se desvanecen pronto cuando uno descubre que llega a un sitio que ofrece "la posibilidad de hablar de todo con todo el mundo", pero que ni todo el mundo está interesado en escuchar, ni tú tienes historias tan excitantes u originales. Los usuarios son constantemente alentados a hablar y actuar con total libertad, pero ¿cuánta libertad cabe en un canal lleno de extraños? ¿Y si ofende un chiste sobre amputaciones? ¿Y si me equivoco en la taxonomía del ajolote y me descubren? Nadie tiene suficiente información concreta acerca del historial de los anfitriones con potestad para silenciar o expulsar y que, al mismo tiempo, amablemente te seducen con prebendas para que seas "esa sangre nueva" tan necesaria para su pervivencia. El estar presente en estos canales, toda vez que las invitaciones son aceptadas sin que haga falta decir "Fidelio" al mayordomo de la entrada ni ponerse una máscara, al final sólo sirve para realzar el estatus de aquellos que saben más de uno sobre las condiciones o las peculiaridades del sitio... cuando no "sobre uno" directamente al aplicar los algoritmos informáticos satánicos pertinentes.
No es culpa de ninguno de esos invitadores que de repente se sientan vacíos y necesiten a toda costa el encontrar a otros en los que explotar el asombro y la maravilla ante minucias como el estar en un mismo sitio durante meses sin ningún otro mérito o el no decir nada más importante que "buenos días" nueve veces (si acaso 10). Los usuarios más veteranos, los que ven cómo evolucionan las redes de mensajería pero no sus usuarios [las mentes de los usuarios (los fértiles campos que deberían rebosar de ideas y que lloran de sequía)], en breves ejercicios de honestidad en los que descubren que no han hecho absolutamente nada en particular, nada de lo que poder sentirse orgullosos, para lo mucho que han estado en un sitio con tantas "teóricas posibilidades", callan en silencio y miran a los novatos con condescendencia, como si el saber ese secreto (que todo ese puto tinglado no es sino un gran vacío) fuese en sí una iniciación. Es necesario escribir mucho ":)" para diferenciar un comentario hiriente (aunque no lo sea) de uno con tono sarcástico y sin malicia (aunque tampoco), y es interesante cómo el sentimentalismo del emoticono es más explotado por los grupos más indefensos de la sociedad, esos que por falta de opciones recurren más al chat, al emoticono y a los contactos con otros. A la metáfora de un sentimiento antes que el sentimiento en sí mismo. En pocas palabras, es suficiente leer "xd" para llegar a la conclusión de que, las más de las veces, la expresión facial más semejante en ese momento por quien lo escribe pueda ser una mueca o un torcimiento de labio.
(Fin del acto 1)
Acto 2. IRC en España. Segunda parte
Acto 2. IRC en España. Segunda parte
IRC en España. Segunda parte