El propósito de este estudio es entender, que el culto de la iglesia terrenal está en comunión con el culto que se celebra en la Jerusalén celestial, al cual nos unimos a millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos inscritos en los cielos, a nuestro sumo sacerdote Cristo Jesús el mediador del nuevo pacto. heb 12: 22-26. Esta doctrina está en el centro de la carta a los hebreos, (la carta del sumo sacerdote del n. t.) y sin ella no puede entenderse el culto cristiano: ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la majestad en los cielos, ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el señor, y no el hombre. heb 8: 1-2.
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