Uno de los elementos troncales de la narrativa de terror consiste en su descripción más o menos simbólica del reflejo tenebroso del ser humano. Esto incluye a los lugares que presenta ficcionalmente, por ejemplo las ciudades. Emplazamientos imaginados pero que muestran nuestros puntos débiles como sociedad, incluyendo la violencia y otras pulsiones destructivas. Cuatro ubicaciones nos van a servir para ejemplificarlo: Derry (Stephen King), Arkham (Lovecraft), Twin Peaks (David Lynch-Mark Frost) y Rapture (en el juego Bioshock por 2K).
Alrededor de 1978 o 1979, justo después de la avalancha de CF cinematográfica que propició el éxito de “Star Wars” (1977), se anunciaron dos proyectos, uno la adaptación de la novela “Guerra Fría en el Jardín” (1971), de la británica Lindsay Gutteridge; y otro, un film impulsado por el antiguo productor de la saga de James Bond, Harry Saltzman, y titulado “Los Micronautas” (nada que ver con el comic de la Marvel basado en los juguetes de Mego).
No hay ninguna duda. Junto al brutal Terminator, RoboCop es uno los más reconocibles iconos del cine de ciencia-ficción. Este policía metálico, ha protagonizado de todo, pero nosotros hoy nos vamos a centrar en su fantástica primera cinta y, por supuesto, de los juegos que se basaron en ella (...) Ocean Software se llevó el gato al agua con la licencia de RoboCop. Para los salones recreativos, Ocean dio permiso a Data East para la elaboración de un videojuego que, bajo el nombre de RoboCop, vio la luz en 1988.
fue la Revista de Occidente la que introdujo a Kafka en lengua española con La metamorfosis (1925) en un momento temprano en relación al contexto internacional: por aquel entonces, ninguna obra de Kafka se encontraba disponible en francés, inglés ni italiano (...) me contestó, algo alterado [Borges], que la traducción de La metamorfosis no era suya (...) si no fue Borges, ¿quién tradujo al español la primera versión (...) un documento del archivo de Margarita Nelken que ha pasado demasiado desapercibido y viene a confirmar su autoría
En 2005 comienza en “El Jueves”, la única revista satírica de las aparecidas en la transición española que permanece en el mercado, una serie de un autor bregado hasta entonces en los ambientes y estilemas underground. La serie se titula “Silvio José, el buen parásito” y su autor es Paco Alcázar. En escasa media página se nos narra desde entonces, semana a semana, las vivencias de un cuarentón desagradable, obsesivo, infantiloide, cruel, déspota, que atiende al inofensivo nombre de Silvio José y que presenta un cínico reflejo de la sociedad