Ya previsto en
Urdangarin y Torres habrían sido víctimas, en realidad, de las maquinaciones de Nòos
Según Cacho:
Para ambos magistrados, “el matiz para estimar que estos contratos pudieron ser hechos en franca contradicción con la legalidad, no nace del modelo de contratación elegido, ni de su objeto cierto, sino de que su concesión pudo perfectamente responder a un acto, no de discrecionalidad de la administración que podría estimarse legítimo y conforme a la legalidad, sino de desviación de poder cometido por la Administración y en concreto por las personas que dieron la orden, el visto bueno, o indicaron que se concedieran tales contratos al Instituto Nòos”.
Dicho en roman paladino, que la culpa no fue de Iñaki Urdangarin ni de su socio, Diego Torres, sino de las Administraciones públicas que soltaron el parné, porque esos contratos no serían ilegítimos. “La finalidad que pudo haber presidido la suscripción de los mismos no fue la satisfacción de un interés público o general, sino que respondía a la voluntad de la administración de favorecer a Iñaki y a la asociación por él presidida, por ser quien es y en calidad de yerno del Rey”. La ilegalidad habría sido cometida por los políticos que pagaron. Oído cocina Camps, Barbera et altri. La culpa es del dante, no del tomante, brillante pirueta jurídica que permite cargarse de un plumazo el meollo, la esencia del caso, y que en buena lógica abre la vía para que Urdangarin y señora salgan de naja.
Es cierto. La descarto.