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Los operadores de Movistar pueden cambiarte la cuenta de facturación con una simple llamada. Es decir, yo, alguien con el teléfono móvil X, no tengo por qué ser titular, llamo a movistar y les pido cambiar la cuenta a la que me pasan el recibo. Sin ningún problema les puedo dar la cuenta de Manolito Pérez, un tipo al que ni conozco y del que obtuve su número de cuenta gracias a google, y le pasarán los recibos a él. Sin verificaciones ni milongas, vamos, que el número X puede haber sido un teléfono robado. La excusa que dan es que ellos no tienen las posibilidad de comprobar si realmente alguien es titular o no de esa cuenta. Claro que la posibilidad de cambiarte el contrato sí que la tienen, sin comprobar quién eres tampoco.
Este caso es real, me sucedió hace cosa de un año. Es posible que desde entonces haya habido algún cambio en el método, pero lo dudo.

El caso es que esto que pasa con Movistar pasa con Telefonica, con Orange, con Jazztel y con cualquier otra, por que por ley se la suda si eres el titular del teléfono o no, si eres el titular de la cuenta o no, porque "no tienen manera de comprobarlo". La realidad aquí no es si lo que cuenta el autor del blog es cierto o no (que por mi experiencia no lo pongo en duda), si no el uso abusivo de los contratos telefónicos, la impunidad de las compañías ("no te doy la grabación del contrato porque no me da la gana", o como me dijeron a mi, "porque no podemos comprobar si eres el titular", que manda huevos), en definitiva una chapuza monumental con la que tenemos que tragar día a día.
No digo que no haya formas de solucionarlo, el tema de los 30 días para cancelarlo y demás, pero es un problema que yo no me he buscado y no tendría por qué perder mi tiempo en solucionarlo.

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Estos artículos no tienen ningún sentido desde el momento que son expuestos desde un punto de vista actual. Hay mucha complejidad detrás del uso ilegal de software (que no del uso de software ilegal, serían cosas distintas), empezando por las bases históricas del márketing y ventas mal aplicadas a un producto intangible, el encarecimiento ridículo por razones geográficas o de cambio de divisas (cuando la distribución no supone un problema real), hasta la nulidad de las distribuidoras para adaptar el modelo de negocio en base al software, ya que vender el office no es como vender una mesa de cocina.
Ya digo que son demasiados factores a tener en cuenta y que, si no se tratan en un escrito que pretende ser serio, nu puede ser tenido demasiado en cuenta.

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Esto es demencial, hemos pasado del absurdo a lo que viene después.

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El sonido que oyen de fondo es la pipa de maría, que está chisporroteando.
Vaya telita.