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#1 era otros tiempos y lo de la pintura casi lo de menos. En una fundición de aluminio de Seat, donde ha trabajado mi padre toda la vida y yo también una temporada, respirabas el humo que desprendía el metal al solidificarse. Intentabas evitar la inhalación directa, pero igualmente estaba a tu alrededor. Y hablo de mi época, a finales del 1990. Cuando empezó mi padre en los '60 era mucho más bestia aún. Se cogía el metal líquido con un "cubo" y se vertida en el molde, todo a mano y a pulso (metal líquido a 700grados de temperatura). Si te caía una gotita te perforada literalmente.