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Entiendo que alguien pueda sentirse ofendido con este texto si lo entiendes como una crítica al uso de un carroza hacia la juventud y su cultura, pero creo que en este caso el autor da una visión desde dentro y hace una crítica más propia de los estudios culturales que del "carroceo", con la intención de comprender este nuevo fenómeno social de nuestro tiempo. ¿El quid de la cuestión aquí? Que la soberbia es un pecado capital, como decían las escrituras (digamos para los menos religiosos que es un despropósito).

Cuando se intenta analizar una comunidad y su cultura con el objetivo de valorar si es una forma de vida tan plena y genuina como cualquier otra ya si considerada, se tienen en cuenta aspectos de esta cultura tales como: la forma de pensar de esta comunidad, sus costumbres, sus creencias, sus tradiciones, sus productos culturales, las actividades que realizan, sus preferencias, etc.

El autor parece criticar que el denominador común de esta comunidad hipster es básicamente unos hábitos de consumo compartidos, ya está. Y ahí parece señalar su cinismo, poniéndolo en contraste con el afán elitista de esta comunidad: ser únicos y superiores al resto de mortales. Sustentar esta superioridad y singularidad en unos hábitos de consumo afines (este grupo, este cantante, este festival, estos alimentos ecológicos, esta ropa que parece vieja) es contradictorio y absurdo.

No creo que nadie critique que te pueda gustar ésto o lo otro, creo que lo criticable (e incongruente) es que estos gustos le den a uno licencia para verse y comportarse como un ser superior y mirar por encima del hombro a perroflautas, chonis y bakaladeros. En mi opinión, esta postura me parece asquerosamente prejuiciosa, arrogante y signo de una incultura y de una falta de empatía inmadura y vergonzosa.

Aparte de eso, lo que a cada uno le guste y lo que cada uno decida hacer es asunto de cada uno, perfecto con eso, no problem. Esta postura podría darse en cualquier grupo en realidad, pero, ¿por qué se crítica a los hipsters? Quizá porque son quienes más suelen hacer gala de esta postura con el mínimo pudor, pensándose la repera y endiosandose.