Algunas administraciones se han sobreendeudado en obras de limitada utilidad en los años de vacas gordas, quedándose sin capacidad de maniobra. Su comportamiento procíclico ha sido de una irresponsabilidad tal, que aún me asombra que Gallardón presuma de ser un buen gestor. Si la prudencia hubiera guiado sus pasos, el ayuntamiento podría ahora contribuir a la reactivación de la economía local acometiendo nuevas infraestructuras. Tal y como lo ha hecho, con obras faraónicas en las que ha comprometido los ingresos de casi la próxima década, más bien ha contribuido a la formación de la crisis misma.
¿No aceptan parientas?