El problema no es sólo quien las prostituye, sino quien consume sus servicios. No entiendo cómo hay gente que paga por acostarse por una niña que puede ser su hija. En la zona en la que vivo hay auténticas crías que de los quince años no pasan fijo y que están esperando clientes desde las seis de la tarde. Habría que penalizar tanto a los proxenetas como a los clientes de estas menores. Si ellos no pagasen, el negocio no sería rentable como lo es y los proxenetas dejarían de negociar con ellas.
Yo quieroooooo...