No deja de resultar curioso el tempo que maneja el Gobierno: con la que está cayendo, no es el momento oportuno para una comisión de investigación sobre las irregularidades en Bankia y, en cambio, sí lo es para sacar banderas y el orgullo patrio. El patriotismo del Gobierno debería materializarse en la defensa de los ciudadanos y su Estado de bienestar y no en la defensa de simbologías que no nos sacarán de la crisis (http://bit.ly/LvWqY6)
Es preciso cambiar las métricas a la hora de valorar la excelencia empresarial. Crecer sin medida no puede ser lo que nos guíe en nuestras valoraciones. Hay que mirar más allá, revisar el impacto social de las empresas, graduar el bienestar de los trabajadores y perseguir la rentabilidad, no el lucro desorbitado. Eso evitaría, por ejemplo, que el Tribunal Supremo esté ya advirtiendo del colapso que tiene por la cantidad de EREs que ha propiciado la reforma laboral (http://bit.ly/M5OGHU)