Wiros, sigues con tu monólogo. Yo uso la bici en la ciudad y respeto todas las normas: circulo exclusivamente por la calzada, paro en semáforos, en pasos de cebra (habitualmente, mientras los coches siguen pasando y peatón y yo esperamos), señalizo mis maniobras (cosa que muy pocos automovilistas hacen), uso luces cuando son necesarias... pago mis impuestos, con los que se financian costosísimas infraestructuras que no uso apenas y hasta tengo seguro, aunque me sale muy barato porque la bici tiene un potencial de causar daños muy bajo. Por supuesto, no soy el único y, según se vaya normalizando el uso urbano de la bici en este país, los usuarios tomarán conciencia de su posición en el tráfico.
Sé que hay automovilistas mejores y peores y nadie ha dicho lo contrario. Esto no quita para que haya ciertas normas que son de incumplimiento generalizado (límites de velocidad, distancia de seguridad, señalización de maniobras, uso del claxon, aparcamiento...) y no pasa nada, se acepta que está bien así. Ni se vigila ni se sanciona, salvo casos graves. Esto no hace mejores a los ciclistas que incumplan las normas pero es irónico que desde un colectivo tan sucio se exija limpieza a los demás.
Dicho todo esto, vuelvo al principio: éste no es el tema del artículo. Te empeñas en intentar llevar la discusión a donde te sientes más cómodo (lo que no quiere decir que tengas razón). El asunto que se plantea es la insostenibilidad del modelo del coche-para-todo. El índice de habitabilidad y modernidad de una ciudad se mide básicamente por su tráfico y nuestras ciudades son, hoy por hoy, más tercermundistas que primermundistas a ese respecto. Necesitamos menos coches en las calles: menos coches circulando, menos coches aparcados. Necesitamos un reparto más justo del espacio urbano y necesitamos urgentemente que el aire que respiramos sea algo más respirable. Es la tendencia en todos los países (llamémosles) desarrollados, incluído EE.UU. En España, no es una cuestión de si o no sino de cuándo. La dictadura del coche se va a acabar porque el su mayor enemigo es el propio coche pero necesitamos que esto pase cuanto antes. Nuestra salud y nuestra calidad de vida están en juego.
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lo de las razones económicas para no meterle mano al coche tiene más de mito que de realidad. En realidad, el coche le cuesta muy caro a los municipios y lo que se recauda con impuestos y sanciones es calderilla comparado con los gastos enormes que se generan. Esto sin contar con los costes externos, que recaen tanto en los municipios como en las comunidades y el estado y pagamos todos: costes medioambientales, afecciones a la salud de las personas (por enfermedades o por accidentes), etc.
La auténtica razón de la dictadura del coche es que las industrias automovilística y del combustible tienen mucho poder y su labor de lobby mafioso es lo que nos lleva a donde estamos. El tabaco también recaudaba y sigue recaudando muchos impuestos pero también costaba mucho dinero (más del que recaudaba) al estado, es decir, a la sociedad, y dejó de ser promocionado y puesto más en su sitio. Por supuesto, la razón básica es que la industria del tabaco no tenía tanto poder como las otras y su lobby no ejercía tanta presión.
Como factor colateral, la promoción del coche sigue siendo una medida populista, en un país como España donde el uso del coche se identifica con un cierto estatus social y donde aún arrastramos un cierto complejo de inferioridad con respecto a nuestros vecinos ricos, a los que nos queremos intentar parecer a base de hacer las cosas que se supone que hacen los ricos: ostentar de coche, entre ellas. Esto es algo que va cambiando según la gente se va dando cuenta de a dónde nos ha llevado: ciudades insalubres, urbanizaciones gueto, atascos para todo... pero es un cambio que lleva tiempo si desde el poder político no se le da un empujón y ahí están los poderes fácticos mencionados para impedirlo.
Lo que se recauda a los usuarios de coches vía impuestos y sanciones es de risa comparado con el gasto que originan (y que pagamos entre todos). La diferencia es de muchos ceros.