Por muy de ultraderechas que sea, la realidad es que en un país democrático donde se ampara la libertad de expresión, está en su derecho a hacer lo que ha hecho. Impedirselo en aras de satisfacer a un tercer país, con un comportamiento democrático más que dudoso no es ir por buen camino.
Eso sí, tengo la sospecha que si yo quemara una biblia en la calle, los de abogados cristianos tardarían cero en meterme una demanda, lo cual no deja de ser paradójico
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Joder, un millón de firmas para rularlos a todos, casi es más sencillo forjar un anillo en el monte del destino.