Éste tipo, me gustaba, me parecía un socialista de los de verdad. Poco a poco pasó el tiempo, se le cayó la máscara y pude ver que de lo que me imaginaba a lo que estaba haciendo, había años luz y que muy a mi pesar el logo de socialista que llevaba era sólo una palabra más. Al final del cuento, un débil como los demás. Así estamos, intentando ser siempre engañados por políticos débiles que no saben de política y que hemos puesto nosotros ahí.
Hace poco fui un fin de semana a España y el sábado por la noche, pensé en pillar un par de pizzas del telepizza. Pregunté los precios (no recuerdo cuánto fue, pero bastante por dos pizzas) y me quedé a cuadros, le dije a la chica del mostrador que me parecía muy muy caro y me dijo que lo entendía. En fin...