Si decidiera empezar con esta frase, estoy hasta los cojones, estaría asumiendo cuatro matices. Uno, empezaría este texto de manera dura, agresiva, popular. Dos, no me ajustaría del todo a la verdad porque, pensándolo fríamente, me descubro estando hasta un poco más allá, estoy en los límites de la impotencia, de la desesperación y, me atrevo a decir, de la casi tristeza. Tres, no estaría en absoluto exagerando. Cuatro, qué fea frase para empezar.
Pero la elijo. Permitidme, entonces, decir estoy hasta los cojones. Porque por supuesto que se ajusta a la realidad estar así cuando sabes muchas cosas. Cuando sabes que la mitad de todo un país al encender la televisión aprieta el botón 5 de su mando a distancia; cuando los índices de despidos en los medios de comunicación del mismo país están alcanzando cifras históricas; cuando lees en la prensa que se están ultimando fichajes televisivos millonarios con individuos que no saben la diferencia que existe entre un toro y un regidor; cuando los directivos de esos medios, amparados por nuevas reformas laborales, siguen enriqueciéndose a costa de más despidos; cuando se cierran canales de información y se abren canales de desinformación. Cuando vive el morbo por encima de la honestidad. Cuando nuestro ministerio de cultura (en minúsculas) decide no apoyar más proyectos de cine para televisión y cuando, en paralelo, se recortan las libertades con leyes retrógradas, hipócritas e incongruentes gracias a sindes y compañías. Cuando da igual todo hasta tal punto.
Porque, al margen de esas ayudas (en forma de lagunas jurídicas o errores del sistema) a pederastas y asesinos confesos, al margen (muy al margen) de esas engrosadas ayudas económicas a instituciones intolerantes y sectarias con curas al frente, al margen de permitir indecentes políticos corruptos en las cúpulas de poder, al margen de que existan horcajos, garcías serranos y otros especímenes financiados por la comunidad de Madrid, al margen de todo eso y mucho más, digo yo, y sólo es mi humilde opinión, que deberían también existir ayudas de las de verdad a gente honesta, a gente ilusionada, a esa gente que vive fabricando sueños (te copio, Álex de la Iglesia con mayúsculas esta vez), a gente luchadora que intenta tirar hacia delante con lo poco que tiene, a nuestros profesionales, a nuestros emprendedores, a las gentes de la calle.
Últimamente siempre me estoy quejando, perdonadme, pero es que creo que Celaya (también con mayúsculas) tenía gran parte de razón al afirmar que la poesía es un arma cargada de futuro. Tengamos o no dotes de poetas, tengamos la palabra, en nuestra mano está.
Y me permito ya la licencia de acabar del mismo modo agresivo, duro y popular. Del mismo modo feo que he empezado estas letras, agárrense los machos si no reaccionamos.
trozosdedias.wordpress.com/2011/02/16/digo-yo-que-dices-tu/
Si decidiera empezar con esta frase, estoy hasta los cojones, estaría asumiendo cuatro matices. Uno, empezaría este texto de manera dura, agresiva, popular. Dos, no me ajustaría del todo a la verdad porque, pensándolo fríamente, me descubro estando hasta un poco más allá, estoy en los límites de la impotencia, de la desesperación y, me atrevo a decir, de la casi tristeza. Tres, no estaría en absoluto exagerando. Cuatro, qué fea frase para empezar.
Pero la elijo. Permitidme, entonces, decir estoy hasta los cojones. Porque por supuesto que se ajusta a la realidad estar así cuando sabes muchas cosas. Cuando sabes que la mitad de todo un país al encender la televisión aprieta el botón 5 de su mando a distancia; cuando los índices de despidos en los medios de comunicación del mismo país están alcanzando cifras históricas; cuando lees en la prensa que se están ultimando fichajes televisivos millonarios con individuos que no saben la diferencia que existe entre un toro y un regidor; cuando los directivos de esos medios, amparados por nuevas reformas laborales, siguen enriqueciéndose a costa de más despidos; cuando se cierran canales de información y se abren canales de desinformación. Cuando vive el morbo por encima de la honestidad. Cuando nuestro ministerio de cultura (en minúsculas) decide no apoyar más proyectos de cine para televisión y cuando, en paralelo, se recortan las libertades con leyes retrógradas, hipócritas e incongruentes gracias a sindes y compañías. Cuando da igual todo hasta tal punto.
Porque, al margen de esas ayudas (en forma de lagunas jurídicas o errores del sistema) a pederastas y asesinos confesos, al margen (muy al margen) de esas engrosadas ayudas económicas a instituciones intolerantes y sectarias con curas al frente, al margen de permitir indecentes políticos corruptos en las cúpulas de poder, al margen de que existan horcajos, garcías serranos y otros especímenes financiados por la comunidad de Madrid, al margen de todo eso y mucho más, digo yo, y sólo es mi humilde opinión, que deberían también existir ayudas de las de verdad a gente honesta, a gente ilusionada, a esa gente que vive fabricando sueños (te copio, Álex de la Iglesia con mayúsculas esta vez), a gente luchadora que intenta tirar hacia delante con lo poco que tiene, a nuestros profesionales, a nuestros emprendedores, a las gentes de la calle.
Últimamente siempre me estoy quejando, perdonadme, pero es que creo que Celaya (también con mayúsculas) tenía gran parte de razón al afirmar que la poesía es un arma cargada de futuro. Tengamos o no dotes de poetas, tengamos la palabra, en nuestra mano está.
Y me permito ya la licencia de acabar del mismo modo agresivo, duro y popular. Del mismo modo feo que he empezado estas letras, agárrense los machos si no reaccionamos.
http://trozosdedias.wordpress.com/2011/02/16/digo-yo-que-dices-tu/