Los movimientos insurreccionales en las zonas mineras de ambas provincias fueron rápidamente reprimidos por el ejército. Aunque de forma errónea se suela ubicar en las cuencas mineras asturianas, la imagen más icónica de la fallida revolución de 1934 fue tomada en Brañosera, una localidad palentina en las inmediaciones del pueblo minero de Barruelo de Santullán. Al igual que sus compañeros asturianos, los mineros palentinos aprovecharon su fácil acceso a la dinamita para asaltar el cuartel de la Guardia Civil
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