Enésimo artículo de la larga serie histórica sobre el rentismo en España y sus consecuencias sobre la estructura económica. Desde el siglo XIX, el rentismo es el mayor freno a la inversión productiva y al ahorro, manteniendo inalterables las transferencias de renta desde la clase trabajadora. Sólo en el momento más álgidos del desarrollismo los grandes bancos apostaron por la inversión industrial, hasta que volvieron masivamente a los créditos hipotecarios y de consumo a mediados de los 80. Cuando la productividad se estanca, el extractivismo aumenta y, en una economía globalizada como la actual, no sólo eso sino que se impone a cualquier otra lógica de mercado.
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#7 La productividad marcó sus máximos en la década de los 60. La definición de productividad no es la que ahora se lleva, cargando el protagonismo en el trabajador. Por ejemplo, a principios de siglo XX, la productividad aumentó exponencialmente con el uso masivo de los fertilizantes químicos, a partir de las ideas de gente como Fritz Haber, o en los 60 por el uso intensivo de maquinaria agrícola que aumentó la productividad gracias al bajo precio de los carburantes. La productividad se estanca cuando cada vez resulta más caro obtener los mismos bienes o materias primeras, por decirlo así muy resumidamente.