Y pese a todo, seguirá habiendo personas dispuestas a dejarse follar por dinero (en todas su extensión, de braguetazos a matrimonios fracasados, pasando por regalos caros, más allá de la mera supervivencia económica).
Prohibir la prostitución es como prohibir el aborto. Seguirá pasando. Y como va a pasar, mejor en condiciones controladas y controlables que en la clandestinidad.
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