Hace 8 años | Por Charles_Boycott
Publicado hace 8 años por Charles_Boycott

Enunciado del problema:

Supongamos que en la Península Ibérica convivieron diversas etnias durante una época en la que el territorio peninsular formaba parte de un extenso imperio en decadencia, en el cual profesaban una religión politeísta también en decadencia, la cual apenas influía —y cada vez menos— en los valores morales que pudieran ser positivos dentro de la sociedad de dicho imperio. Éste incluía un vasto territorio que abarcaba tanto zonas europeas como norteafricanas, así como del Próximo Oriente, congregando bajo sus dominios un crisol de culturas y etnias diferentes. Supongamos que en un momento dado surge una religión en una zona periférica alejada de la península, en el territorio conocido como Judea, donde convivían personas de también diversas etnias y creencias, como asirios e israelitas.

Supongamos que esa religión, en principio minoritaria y perseguida, comienza progresivamente a asentarse en algunos territorios del imperio. Los líderes de éste comienzan a cambiar su postura con respecto a la misma, dejando de perseguirla y aprovechándola a su favor para intentar unificar el imperio en decadencia en base a su fe, con el fin de devolverle su antiguo poderío. Con el tiempo, esa religión comienza a organizarse e institucionalizarse. Dentro de ella surgen algunas ramas más extremistas, que abogan por imponerse como fe verdadera. En algunos de los nuevos países que se han ido formando en el territorio del antiguo imperio ya desintegrado, esa religión se convierte en oficial y, además, en la única que puede ser profesada legalmente. Algunos de sus líderes y seguidores, apoyados por los gobernantes de esos países, persiguen y asesinan a personas que consideran enemigas de esa religión, tanto a seguidores de la misma que se desvían de los dogmas que las jerarquías establecen como a seguidores de otras creencias. Algunos países incluso organizan expediciones a tierras infieles, como aquellas que habían formado parte del imperio y en las que una vez nació esa religión, en las que una serie de cruzadas intentan imponer la victoria de la fe verdadera. Esos mismos países, con el tiempo, colonizan nuevos territorios en los que convivían diversas etnias y creencias, como las distintas tribus y civilizaciones de indígenas americanos, y progresivamente expanden e imponen la colonización religiosa, minimizando y expulsando las autóctonas.

Supongamos, no obstante, que muchos de los seguidores de esa religión mantienen en la práctica posturas menos extremistas y dogmáticas. No falta quien ve con malos ojos las prácticas de ciertos tribunales que utilizaban metodologías excesivamente inquisitivas, aunque alzar voces en su contra podría suponerles un serio problema y llegar a costarles la vida, amén de que la legitimidad de la posición social y del poder absoluto de los gobernantes de esos países se basa en buena parte en dicha religión, hechos que, combinados, retroalimentan el mantenimiento del statu quo de la misma dentro de esos países. Además, muchas de las guerras que se han producido a lo largo de los años, así como las tensiones entre miembros de otras religiones por cuestiones como su privilegiada posición en cuanto a patrimonio heredado, mantienen rencillas y rencores que fomentan, junto a la presión social, que muchos seguidores de la religión apoyen u obvien las prácticas de esos tribunales.

A pesar de ello, no son pocas las voces que, cada vez más, cuestionan las posturas más radicales. Algunos incluso llegan a cuestionar la legitimidad de la propia Iglesia y de parte de su doctrina e intentan romper contra ella, surgiendo guerras entre unas y otras corrientes. En algunos de estos territorios, las tensiones debido a estas escisiones llegan a perdurar siglos.

Supongamos que con el paso de los lustros, esos países se van enriqueciendo progresivamente, en parte por sus conquistas en otros países que les permite tener todo tipo de recursos, el desarrollo y expansión del comercio, así como otros factores. Progresivamente decrece la desigualdad, muchas de las familias que antiguamente eran pobres pasan a tener un mayor y mejor acceso a la alimentación, a la educación y a otros servicios básicos, y poco a poco comienzan a acomodarse y a plantearse las situaciones de sus países.

Comienzan a surgir ideas que cuestionan la injusticia de los estamentos sociales, surgen diversas revueltas y procesos constituyentes, y dichos estamentos se acaban cambiando por otras estructuras que, si bien siguen manteniendo evidentes desigualdades e injusticias sociales, mejoran en cierta medida la situación con respecto a lo que había antes. Conforme las personas van teniendo un mayor acceso a la formación cultural, y conforme lo desconocido y prohibido se asienta en el conocimiento de esas personas, comienzan a disminuir ciertos miedos —y, por tanto, sus prejuicios derivados— hacia otras posturas, creencias y orígenes.

Comentarios

Charles_Boycott

(Sigue)


Con todo ello, la religión ha ido perdiendo fuerza, junto al resto de poderes de los antiguos regímenes. Poco a poco, se desvincula su poder del poder de los estados y se reduce hasta eliminarse la influencia de sus dogmas dentro de las leyes. Esto ocurre de forma desigual entre los distintos países del antiguo imperio, pues en algunos la influencia religiosa sigue siendo elevada —tanto en países del antiguo imperio como en territorios nuevos de distintas etnias colonizados por los países que surgieron de aquel— y aún tiene cierto reflejo en determinados estados , aunque sin el extremismo e intransigencia de antaño.
Supongamos finalmente que, a pesar de todo, de la evolución de los territorios del antiguo imperio, del progresismo de muchas de sus leyes y constituciones, y de la menor influencia de la religión, en buena parte de su sociedad se siguen encontrando conductas que habían sido achacadas principalmente a esa religión —ya que sus dogmas probablemente las potenciaban—, como el sexismo, la intransigencia hacia personas que profesan otras creencias o falta de las mismas, así como las posturas chauvinistas. Las evidencias historiográficas indicaban que dichas posturas estaban arraigadas de forma previa a la extensión de la religión surgida en Judea, e incluso mucho antes de la formación del antiguo imperio. Además, se encontraron también evidencias de las mismas en el resto de culturas y civilizaciones del planeta, en las que se mantenían diversas posturas religiosas, incluyendo extensos territorios en los que se seguían posturas agnósticas y ateas.

Preguntas:
1) Defina «etnia» y qué relación, si la hubiera, tuvo con la extensión de la religión surgida en Judea, así como de su seguimiento por parte de sus fieles. ¿Influía la misma en que se siguiera dicha religión o en el nivel religioso de sus seguidores? Si no es así, ¿cuáles fueron los factores que influyeron? Razone la respuesta. (3 puntos)

2) Dentro del tema de razonamientos lógicos, en relación a la implicación lógica:
 a) ¿Qué implicación podría establecerse con respecto a la religión y los valores morales negativos nombrados en el último párrafo del enunciado? ¿Existe alguna condición necesaria o suficiente en uno u otro sentido? Razone la respuesta. (2.5 puntos)
 b) ¿Y con respecto a sus seguidores y dichos valores? Razone la respuesta. (2.5 puntos)

3) En base a lo anterior, ¿qué factores podrían tenerse en consideración con respecto a la existencia de los valores morales negativos nombrados en el último párrafo? De entre todo lo nombrado, ¿qué debería tenerse en cuenta desde el poder político para reducir dichos valores negativos? (2 puntos)

D

Este tema no es lo mío, pero como opinión tangencial, intuyo que mientras haya ego, habrá problemas. No importa si uno es creyente de tal o cual religión, o ateo, o político, o científico, rico, pobre, poeta o lo que sea, por bienintencionado que sea; mientras uno tenga ego, tendrá la tendencia a producir conflictos, empezando por algo tan simple como ponerse a comparar/criticar.

Si esa intuición fuese correcta aunque fuera en parte, la solución no sería tanto a nivel del poder político como más bien adoptar una actitud más humilde: dedicarse uno a percatarse de su propio ego, antes de ponerse a criticar lo que vemos en los egos de los demás. Así que la solución no me la va a dar nadie. Más bien tendría que ocuparme de mí mismo, renunciar a mi ego, y tal vez algún día si me libro del ego, entonces poder vivir sin conflictos, desde una constante paz interior.

He hablado de "ego" y soy consciente de que esa palabra se usa de manera diferente, según sea el contexto: por ejemplo en budismo, psicología, filosofía, puede haber diversos enfoques con respecto a qué es el ego, y cada enfoque puede tener cosas en común con otros enfoques, pero también diferencias. Yo no tengo una definición formal para el "ego", pero tal vez diría que uno de sus aspectos es aquello que nos impulsa a separarnos de los demás, en vez de unirnos (ejemplos de tendencias relacionadas con el ego serían las críticas destructivas, el odio, las comparaciones desdeñosas, el miedo, la arrogancia, etc).

Así que librarse del ego sería para mí lo único que podría funcionar realmente (el resto de "soluciones" intuyo que serán apaños temporales que no tienen un alcance universal). Una actitud que va en esta dirección (de dejar de reforzar el ego), sería procurar no dejarnos llevar tanto por las críticas, o como ya dijo con mejores palabras alguien muy sabio y conocido:

Ves la paja en el ojo de tu hermano, pero no ves la viga en tu propio ojo. Cuando quites la viga de tu ojo, verás con suficiente claridad para sacar la paja del ojo de tu hermano.

Lo entiendo (en parte) como que antes de ponerme a criticar a alguien, mirar primero en mí mismo, pues generalmente proyectamos sobre otros cuando no queremos ver algo que detestamos en nosotros mismos.

Esa frase que he citado en cursiva intuyo que refleja lo que sería vivir sin ego (no condenar demasiado rápido a otros antes de haberse mirado uno detenidamente a sí mismo primero). Vivir eso al 100% podría equivaler a vivir sin ego. Es un ideal, pero todo camino se recorre paso a paso.

Así que desde esta intuición, para mí el problema no es cambiar el mundo, sino primero ocuparme de mi propio ego. Pero aún estoy en ello, por lo que digamos que aún formo parte del problema, no de la solución jajaja. Pero bueno, pasito a pasito, a ver si voy dando con la actitud correcta. Puede que sea cuestión de práctica y de discernimiento. Y por algún lado hay que empezar. En mi caso, siguiendo mi intuición, empiezo por mí mismo: examinar los arrebatos de mi propio ego (sin concederle importancia), y procurar no dar excesiva importancia tampoco a los egos de los demás, ya que de todos modos solamente puedo percibirlos a través de mi propio ego. Y de momento, en mi caso, mi visión es defectuosa. Así que más me vale ocuparme de mí antes que ponerme a ver presuntos defectos en los demás.

Cuando algún día el ego quede a un lado, y mire de nuevo a los problemas, tal vez entonces ni siquiera haya problemas, ¡quién sabe jejeje!

Charles_Boycott

#2 Esa que usted comenta es la lucha más compleja a nivel de individuo, ya que depende de las emociones, y éstas son especialmente difíciles de controlar. Centrando sus comentarios sobre el ego en el tema propuesto, y al margen de los beneficios genéricos ya comentados por usted mismo, una de las ventajas de desprenderse del ego es que nos permite ver las cosas con perspectiva tanto espacial como temporal, alejándonos del prisma que nos ofrece el momento y lugar en el que nos encontramos. Esa perspectiva nos permite ver que los cambios producidos en la sociedad a lo largo de la Historia se producen lentamente —no digamos ya los cambios a nivel planetario vistos a escala geológica—, y que ciertos comportamientos sociales y humanos se han manifestado en el pasar de los siglos de diversas formas y a través de diversos medios, sin necesidad de que éstos hayan sido su causa o su fin. Dichos comportamientos se generan y modifican por una elevada diversidad de factores que, al verlos en un momento temporal concreto, resulta sencillo tergiversarlos, fijándose en lo más inmediato y exterior.

Cuanto más se acusa esa estaticidad en el individuo, más soluciones rápidas exige, precisamente en base a centrarse principalmente en factores inmediatos. Debido a ello, dichas soluciones suelen conllevar una mutación o traslado del problema, y difícilmente una solución. Si la vida de un humano —o una parte de la misma— durase lo mismo que un eclipse de Sol, podría haber individuos en la generación o generaciones que viviesen dicho eclipse que, olvidando el ciclo de traslación lunar, propusieran destruir la luna como solución única para volver a ver el Sol. Algunos achacarían todos los males a la eterna noche generada por el satélite terrícola, y no faltarían quien propugnaría que con gran probabilidad cuando volviera la luz se acabarían con los crímenes y penurias de la sociedad del momento. Otros formarían guerras por acceder a los territorios sin noche, y grupos de personas de un lado y otro de la Línea Lumínica se culparían entre sí de ser los inductores de la situación.