Publicado hace 2 años por domadordeboquerones a diariodecadiz.es

La denominación de estadio pasa a ser ahora Nuevo Mirandilla tras una consulta popular que realizó el Ayuntamiento y que no se libró de la polémica hasta el punto que tuvo que repetirse. La participación en este referéndum fue mínima.

Comentarios

Ne0

#2 bueno, muchas cosas cambian de nombre y la gente se acostumbra a ello: continente/pryca=Carrefour, estadio Benito villamarin->Ruiz de Loperra-> Benito Villamarin(otra vez), Luis Casanova-> Mestalla, y seguro que hay más por ahí.

oso_69

#2 https://paseandoporcadiz.wordpress.com/2012/06/14/euskera-facil-gaditano-dificil/

"Euskera Fácil, Gaditano Difícil
Me llamo Mikel Gorriaran, llevo 15 días en Cádiz y me estoy, o me están volviendo loco.
Os contaré mi historia. Soy investigador privado y he venido a Cádiz a resolver un caso simple. Pero la verdad es que cada día que pasa se vuelve más complicado. Tan solo se trataba de descubrir al amante de la mujer de un alto mandatario vasco, comprenderán ustedes por tanto que no dé su nombre, además porque me debo a mi secreto profesional.
En principio no tenía muchas pistas. Solo sabía que el hombre en cuestión era de Cádiz, se llamaba Manuel Ramírez, que trabajaba en el Puerto de Cádiz y que se le conocía con el alias de “picha”. Así que el individuo en cuestión debía de estar bien dotado, ya que además de la amante de la mujer del político, eran conocidas sus correrías por el Puerto de Bilbao. También usaba otro sobrenombre: “quillo”.
Con estas pistas, tome el avión hasta Madrid, y de allí enlace con el tren hasta Cádiz. Llegue a la estación, cogí un taxi y mientras iba camino del hotel, intente entablar conversación con el taxista. La cosa quedo en eso, en el intento, porque que yo sepa, una conversación es entre dos o más personas, pero el taxista no me daba opción ya que hablaba por los codos, y de modo ininteligible. Lo hacía de forma sumamente apresurada y las pocas palabras que podía cazar al vuelo estaban incompletas. Quise preguntarle por el puerto, pero sabiendo que su respuesta no la entendería, lo dejé para mejor ocasión.
Llegué al hotel “Playa Victoria” y como mi interés era buscar al tal Manuel Ramírez, en principio consulté la guía telefónica de la ciudad; pero como presumía aquí había demasiados Ramírez. En mi tierra hubiera sido muy fácil. Así que opte por buscar pistas en su lugar de trabajo. Salí a la calle y pregunte por el puerto. Un señor muy amable me dijo que lo mejor era coger el autobús de los Comes, pero que para eso tenía que ir a Cádiz.
Aquello me desconcertó, ¿Dónde estaba yo? Empecé a atar cabos. Efectivamente cuando llegue a la terminal de la estación no ponía Cádiz, sino Cortadura. Y, además, recuerdo que en el trayecto di unas cuantas cabezadas, y claro en ese intervalo pudo haber algún enlace, o algo, no sé. Lo cierto es que yo no me encontraba en Cádiz. Pero no debía de estar muy lejos.
Pare un taxi y con gesto decidido le dije al taxista que me llevara a Cádiz. El me contestó con: “¿a Cádiz dónde?”. Y le conteste algo enfadado: “a Cádiz, joder, a Cádiz; de una puta vez quiero llegar a Cádiz”.
Ya luego, el taxista con mucha paciencia y muy despacio me explico que donde yo estaba era Cádiz, pero no era Cádiz. A ver si lo explico bien. Resulta que la gente de aquí le llama Cádiz a la parte antigua y desde unas murallas para adelante le llaman Puerta Tierra. Así que en realidad yo estaba en Cádiz, pero en Puerta Tierra. No se si lo he explicado bien, pero yo ya lo he entendido.
Llegue por fin a la estación de autobuses de Comes, pedí un billete para el Puerto y me subí al autobús correspondiente. El trayecto fue relativamente corto, si acaso 30 minutos; pero la verdad es que yo creía que Cádiz era más pequeño. Sin duda me habían informado mal. Y además mi trabajo aquí se complicaba, puesto que habría que buscar en una ciudad más grande de lo que pensaba.
Pero mis sorpresas no habían acabado. Llegado a la estación terminal pegunte por el puerto. Mi interlocutor me miro con mal gesto y me dijo que esto era el Puerto. Yo no entendía nada. Ese hombre enfadado y yo no veía barcos por ningún sitio.
La verdad es que el hombre tuvo más paciencia que el santo Job, me fue explicando poco a poco que aquello era El Puerto de Santa María, pero que por todo el mundo (todo el mundo menos yo) era conocido por El Puerto. Y además me dijo que eso no era Cádiz, que Cádiz estaba allí enfrente. Que El Puerto es un pueblo de Cádiz y que si lo que quería es ir al puerto de Cádiz, que cogiera el vaporcito y me dejaría allí mismo.
Total, antes lo de Cádiz, que no era Cádiz, que era Puertatierra y ahora que El Puerto es un pueblo de Cádiz y entonces digo yo: ¿Cómo le llaman al puerto, al de los barcos, al puerto de siempre?
Subí por fin al que llaman el Vaporcito de El Puerto, que para que lo sepan ustedes no es un barco de vapor. No, porque aquí en Cádiz o donde coño esté ahora, no le llaman a las cosas por su nombre. Si, le llaman vaporcito; pero en realidad es un barco que va a gasoil. Y llegue por fin al puerto de Cádiz, que aquí le llaman “el muelle”. Una gracia que me ha costado gran pérdida de tiempo y dinero, que además no se justificar ante mi cliente, porque me temo que no me va a creer, y tampoco quiero darle muchas explicaciones porque seguro que voy a ser objeto de burlas.
Bien obviaré todos estos inconvenientes y pasaré a la acción. De siempre las mejores informaciones se consiguen en los bares, así que me acerque al bar más próximo al puerto (perdón “al muelle”), uno que se llama Lucero y pedí un tubo (de cerveza, se entiende), pero el camarero no lo entendió. Yo, más o menos, le explique lo que quería y el con aire de suficiencia me dijo: “Ah, usted lo que quiere es un bó”. Joder, no sabía yo que también tenían un idioma particular los gaditanos.
Me acomodé en la barra del bar y puse la oreja atenta a lo que allí se cocía. Me acerque la cerveza a los labios, y tome un trago largo y, de pronto, escuche la palabra mágica: “Picha”.
¡Dios!, por fin la suerte me vino de cara. Casi no podía creérmelo. Me atore con la cerveza, me puse perdido, pero merecía la pena. Había encontrado a la persona que estaba buscando. Bendita suerte la mía. Con disimulo me acerqué a los hombres que charlaban de un tema que no comprendía, pero tenía que ver con la música y los coros. Y con un jurado, que por lo visto no tenía ni idea. Gente, sin duda muy creyente. Aunque mal hablada, eso sí, se escapaban de vez en cuando, demasiado de vez en cuando, palabras mal sonantes, que no creo deban reproducirse aquí. Pero, a mí lo que me interesaba era que uno de ellos fuera “el picha”. Y para asegurarme que ese era el tipo que buscaba, pedí otro bó y pegue la oreja a la conversación.
Efectivamente a lo largo de la conversación uno de ellos: un tipo bajito (1,65 no más), moreno, 40 años, delgado, que no tenía ni media bofetada, era llamado constantemente “picha” por su compañero de conversación. Jo, pensé, Dios le da pañuelos al que no tiene nariz. No se si lo captan ustedes, porque aquel tipo se estaba trajinando a la mujer de mi cliente, Y aunque este mal decirlo, porque yo soy un profesional, es una hembra de bandera. No me extraña que a ese tipo le dijeran “el picha”, porque sin duda era lo único que tendría.
Bueno, bueno, que me desvío de la trama. Había dado con el individuo, eso era lo importante. Esperé tranquilamente a que acabaran la conversación y seguí al “picha”, con la idea de abordarlo solo y sin testigos. Y ocurrió un caso hasta ahora inédito en mi dilatada carrera. Se encontró con un amigo suyo y al saludarlo le dijo: “¿Qué pasa PICHA?”. Y el otro le contesto: muy bien PICHA, ¿y tú?
Si efectivamente, había dos individuos con el mismo alias. Y a decir verdad, ese segundo tipo tenía mejor planta de amante que el escuchimizado de antes. Pero en esto de la investigación nunca se puede descartar a ningún sospechoso. Lo malo de esto es que ahora tendría que doblar mis esfuerzos y hacer seguimientos alternativos, para comprobar cual de ellos era el verdadero amante.
Opto en principio por seguir a este último ya que le veo con mejor planta, pero sin descartar, como buen profesional que soy, al tipo escuchimizado. El individuo toma un autobús y allí entabla conversación con un conocido suyo al que llama “quillo”. ¡Dios! Esto se complica a cada paso. Ahora tengo dos “pichas” y un “quillo”. Mi instinto de detective me dice que estoy siguiendo una pista falsa. Empezaré de nuevo; así que vuelvo al bar del “muelle” y le pregunto al camarero si conoce a un tal Manuel Ramírez que trabaja en el puerto. Me dice que con esos datos no le suena y que además El Puerto le queda algo lejos. Caigo entonces en la cuenta y rectifico diciéndole que donde trabaja es en el “muelle”. No cae. Le digo entonces que le conocen por el apodo de “picha” y también por el de “quillo”. El tipo del bar se carcajea en mi cara. Y me aclara que aquí todo el mundo es “picha” y “quillo”. La poli, sin duda, aquí lo tiene complicado.
Te estás luciendo Mikel, me digo para mí. Otra cagada. No obstante, el camarero me dice que pregunte por “Paco el bigote”, que en el muelle es el que contrata a los estibadores. Después de darle todos los datos que disponía de Manuel Ramírez; de que según tenía entendido trabajaba en el muelle , de que durante seis meses trabajó en el Puerto de Bilbao (lo de los apodos lo omití, porque con el cachondeo del camarero ya tuve bastante), aquel me contesto de mala gana que ya no trabajaba allí. Que según tenía entendido ahora trabajaba en la Residencia. Yo le pregunté que, ¿en cuál residencia? El contestó, con menos ganas que antes, que “en cual va a ser, joé, pues en la Residencia”. Era ya tarde; y como la verdad había conseguido bastante información, volvía la hotel, a comer. Lo de la residencia dejaría para la tarde.
Pensé que era buena idea tomar un pescado para el almuerzo, que aquí lo habría bueno con tanta costa. Así que le pregunté al camarero que si tenía pescado. Él me contestó que tenía unas “zapatillas mu fresquitas”. A mi sinceramente me importaba un pimiento lo que se calzaba el fulano. Yo lo que quería era comer, y además no se a que venía aquello de las zapatillas. El tipo me estaba vacilando o tendría a medias una zapatería con algún cuñado y me hacia la propaganda. Obvie el comentario e insistí en lo del pescado, pero el camarero volvió con lo de las zapatillas fresquitas. Puse mala cara y el camarero debió de notarlo, ya que inmediatamente me aclaró que así le llaman aquí a las doradas. Gente rara e

reivaj01

#2 Hace años en Madrid, la Avenida de José Antonio pasó a llamarse Gran Vía, y, efectivamente, nadie conoce por donde cae la Gran Vía.

tiopio

#2 Igual que se sigue llamando El Calderón a… ¿A cuál?

D

#8 Entonces retiro lo de cambiachaquetas.

D

Ramón de Carranza:

"De carácter autoritario y tendencia monárquica, militante de Renovación Española,[13] y luego falangista de primera línea según el mismo Queipo de Llano,[14] Ramón de Carranza Gómez y su padre se implicaron desde un principio en la conspiración militar contra el gobierno de la Segunda República apoyando al general Queipo de Llano el 18 de julio de 1936,[15] quien al día siguiente lo nombró presidente de la Comisión Gestora encargada de la administración municipal de Sevilla en sustitución del alcalde legítimo, Horacio Hermoso Araujo, que fue ejecutado dos meses después por los golpistas."

Bien retirado está el recuerdo a un miserable criminal y cambiachaquetas.

K

#5 Ese es el hijo, el nombre del estado es en honor del padre, que murió en 1937.
https://es.wikipedia.org/wiki/Ram%C3%B3n_de_Carranza_y_Fern%C3%A1ndez_Reguera

B

Habría estado bien que en la encuesta que se hizo para el nuevo nombre hubiera estado la opción de no cambiarle el nombre, quizá habría habido alguna desagradable sorpresa.

domadordeboquerones

Ambicionen!! Er Kichi en acción.