Publicado hace 8 años por mariopsicologia a cultura.elpais.com

El 17 de diciembre de 2010, Mohamed Buazizi dijo basta. Ante la enésima confiscación de su puesto de frutas por parte de la corrupta policía tunecina, decidió quemarse a lo bonzo. Su cuerpo fue lo primero que ardió pero no lo último. Ni mucho menos. Desde entonces, el fuego de la indignación prendió por Túnez, en la primera de las primaveras árabes, y por redes sociales y plazas de todo el mundo, de España a Grecia, de Estados Unidos a Egipto. Hablaban lenguas distintas, se llamaban Indignados o Occupy Wall Street pero los unía el mismo

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