El pasado 8 de septiembre el filósofo Peter Boghossian presentó su renuncia como profesor de la Portland State University. Lejos de ser un santuario para la libertad de pensamiento y el libre debate, algunas universidades norteamericanas se han vuelto lugares inhóspitos.
#2:
Boghossian tenía por costumbre invitar a sus clases a conferenciantes de muy diversa laya, entre ellos defensores de posiciones poco ortodoxas o abiertamente extravagantes, como terraplanistas, creacionistas o escépticos del cambio climático. No los invitaba porque coincidiera con ellos, que todo hay que decirlo, sino justamente porque no pensaba como ellos, pues se trataba de presentar a los estudiantes puntos de vista diferentes con objeto de someterlos a examen y discusión.
Pronto descubrió que esa práctica docente no era bien recibida por un sector de estudiantes, que rechazaba vérselas con otras perspectivas, a lo que se sumaba la hostilidad más o menos disimulada de otros profesores. Entraba en colisión directa con la obsesión por la seguridad (safetysm) que impera en muchos campus norteamericanos, de acuerdo con la cual hay que proteger a los estudiantes universitarios evitando que se vean expuestos a ideas o experiencias que pudieran resultarles chocantes, ofensivas o herir su sensibilidad de cualquier modo.
El problema es este. Si no podemos debatir con un terraplanista, un ultraderechista o un antivacunas, significa que nuestra posición sobre estos temas es débil, y se basa en la falta de exposición a otras ideas. Y cuando esta forma de funcionar se generaliza, se crea un ambiente de incapacidad intelectual en el que justamente florecen los terraplanistas, la ultraderecha o los antivacunas.
Boghossian tenía por costumbre invitar a sus clases a conferenciantes de muy diversa laya, entre ellos defensores de posiciones poco ortodoxas o abiertamente extravagantes, como terraplanistas, creacionistas o escépticos del cambio climático. No los invitaba porque coincidiera con ellos, que todo hay que decirlo, sino justamente porque no pensaba como ellos, pues se trataba de presentar a los estudiantes puntos de vista diferentes con objeto de someterlos a examen y discusión.
Pronto descubrió que esa práctica docente no era bien recibida por un sector de estudiantes, que rechazaba vérselas con otras perspectivas, a lo que se sumaba la hostilidad más o menos disimulada de otros profesores. Entraba en colisión directa con la obsesión por la seguridad (safetysm) que impera en muchos campus norteamericanos, de acuerdo con la cual hay que proteger a los estudiantes universitarios evitando que se vean expuestos a ideas o experiencias que pudieran resultarles chocantes, ofensivas o herir su sensibilidad de cualquier modo.
El problema es este. Si no podemos debatir con un terraplanista, un ultraderechista o un antivacunas, significa que nuestra posición sobre estos temas es débil, y se basa en la falta de exposición a otras ideas. Y cuando esta forma de funcionar se generaliza, se crea un ambiente de incapacidad intelectual en el que justamente florecen los terraplanistas, la ultraderecha o los antivacunas.
#2 Terraplanistas, ultraderechistas y antivacunas son todos posiciones anticientificas.
Empiezas discutiendo hechos y acaban argumentando que existe una gran conspiración milenaria y ultra poderosa que nos mantienen a todos en la oscuridad. Que los hechos que conoces son todo mentira y que solo ellos conocen la verdad.
No hay nada que argumentar, porque al final siempre te dicen lo mismo, los planes de los Iluminati son inescrutables. Es como discutir con un fanático religioso.
#5 Doy fe. He discutido con gente del INH (que no dejan de ser teóricos de la conspiración), y por más hechos documentados y fuentes primarias que uno saque, siempre vuelve Perico al torno, y se acaban sacando alguna explicación ad hoc con una conspiración secundaria.
#5No hay nada que argumentar, porque al final siempre te dicen lo mismo
Es que lo que importa no es lo que dicen ellos, es lo que dices tú. Por eso este profesor exponía a sus alumnos a estas ideas: para fortalecer su pensamiento lógico y racional.
Entrenar la mente cuesta esfuerzo, igual que entrenar el cuerpo. No basta con "tener las ideas correctas".
Luego resulta que cuando empezó la pandemia del coronavirus el que tenía las ideas correctas en realidad era Iker Jiménez, "el amigo de los terraplanistas", y mientras los bienpensantes se pasaron dos semanas diciendo que no había ningún peligro en el coronavirus. Pagamos un precio muy alto por tener la mente en piloto automático y por pensar que con estar enfrente de "los que siempre están equivocados" ya tenemos la razón.
Te podría poner muchos más ejemplos, y tú también podrías ponerlos.
"Boghossian tenía por costumbre invitar a sus clases a conferenciantes de muy diversa laya, entre ellos defensores de posiciones poco ortodoxas o abiertamente extravagantes, como terraplanistas, creacionistas o escépticos del cambio climático."
#9Lo triste del asunto es que estoy empezando a ver mayor propensión a aceptar el debate en medios y universidades más conservadores que en los tradicionalmente progresistas
Si hablamos de EEUU, una persona de derechas puede ser contraria al derecho al aborto, o partidaria del mismo. Una persona de izquierdas sólo puede ser partidaria de ese derecho. Pues esta situación se puede extender a muchos temas. Para la derecha, la identidad relevante es la nacionalidad, y nacionalidad solo hay una. No hay mucho que debatir ahí. Para la izquierda, hay cientos de identidades, y cuestionar una sola de ellas te pone en el punto de mira. No hay más que ver como muchas de las feministas radicales (que estaban bien vistas por el establishment hasta hace dos días), ahora son consideradas TERFs y puestas al mismo nivel que la extrema derecha.
Por otro lado, no es tan raro que los conservadores acepten el debate en muchos temas. Su tema clave, aún más que la nacionalidad, es el status quo económico, y cuanto más se debata de otros temas, menos se debate de eso. También es por ese motivo que el poder económico no tiene ningún problema con la izquierda postmoderna.
Y por otra parte un "profesor de izquierdas" (si podemos catalogarlo así), también puede buscar refugio en medios o universidades más conservadoras.
Cierto, y poco a poco ya está pasando. No es exactamente lo mismo, pero me viene a la mente Cassie Jaye, progresista y hasta hace 4 días feminista, aceptando una entrevista en el programa de Alex Jones. Es como si en España hubiera directores de cine de izquierdas que estuviera tan vetados que tuvieran que ir a 13TV para dar a conocer sus películas. Y al final muchas de esas personas, viendo que en la izquierda se les trata como apestados, y en la derecha se les acoge con entusiasmo, acaban escorándose en esa dirección.
Peter Gregory Boghossian es un filósofo y pedagogo estadounidense. Nacido en Boston, fue profesor asistente de filosofía en la Portland State University durante diez años, y sus áreas de enfoque académico incluyen el ateísmo, el pensamiento crítico, la pedagogía, el escepticismo científico y el método socrático.
Este es el tipo de gente a la que se está persiguiendo en las universidades de EEUU, enviando un mensaje a los demás profesores (especialmente a los de izquierdas) para que tengan mucho cuidado con lo que dicen y hacen si no quieren tener problemas.
#4 Pues a que esta represión la están sufriendo especialmente profesores de izquierdas que se salen mínimamente de la norma postmoderna.
Aparte de que, en los casos en los que afecta a profesores de derechas, estos siempre van a encontrar más fácilmente apoyo o incluso reubicación en instituciones o grupos mediaticos de la derecha.
En cambio en la izquierda estadounidense hoy por hoy es más complicado. Se les echa de su trabajo y se les invisibiliza. Y si tratan de agruparse con otros, en cuanto se asocien con alguien considerado como de derechas, ya se les excomulga para siempre.
Es el equivalente a una persona de izquierdas en España que critique abiertamente al feminismo hegemónico. Independientemente de si tiene razón o no en su crítica, esa persona va a estar vetada en muchos medios de comunicación a partir de ese momento.
La diferencia es que en EEUU el tabú afecta a muchos más temas, y la represión de los disidentes no solo es a nivel de visibilidad mediática, sino que incluye a las instituciones educativas y otros sectores.
#8 Pero no entiendo por qué afecta más a los pensadores de "izquierda". Es decir afecta a todo el que no sostenga o se decida a dudar de la doctrina, ya seas de izquierda o de derecha. No son pocos los profesores que, sin ser liberales explícitamente, han sido expulsados de la universidad. Y por otra parte un "profesor de izquierdas" (si podemos catalogarlo así), también puede buscar refugio en medios o universidades más conservadoras.
Lo triste del asunto es que estoy empezando a ver mayor propensión a aceptar el debate en medios y universidades más conservadores que en los tradicionalmente progresistas
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Boghossian tenía por costumbre invitar a sus clases a conferenciantes de muy diversa laya, entre ellos defensores de posiciones poco ortodoxas o abiertamente extravagantes, como terraplanistas, creacionistas o escépticos del cambio climático. No los invitaba porque coincidiera con ellos, que todo hay que decirlo, sino justamente porque no pensaba como ellos, pues se trataba de presentar a los estudiantes puntos de vista diferentes con objeto de someterlos a examen y discusión.
Pronto descubrió que esa práctica docente no era bien recibida por un sector de estudiantes, que rechazaba vérselas con otras perspectivas, a lo que se sumaba la hostilidad más o menos disimulada de otros profesores. Entraba en colisión directa con la obsesión por la seguridad (safetysm) que impera en muchos campus norteamericanos, de acuerdo con la cual hay que proteger a los estudiantes universitarios evitando que se vean expuestos a ideas o experiencias que pudieran resultarles chocantes, ofensivas o herir su sensibilidad de cualquier modo.
El problema es este. Si no podemos debatir con un terraplanista, un ultraderechista o un antivacunas, significa que nuestra posición sobre estos temas es débil, y se basa en la falta de exposición a otras ideas. Y cuando esta forma de funcionar se generaliza, se crea un ambiente de incapacidad intelectual en el que justamente florecen los terraplanistas, la ultraderecha o los antivacunas.
#2 Terraplanistas, ultraderechistas y antivacunas son todos posiciones anticientificas.
Empiezas discutiendo hechos y acaban argumentando que existe una gran conspiración milenaria y ultra poderosa que nos mantienen a todos en la oscuridad. Que los hechos que conoces son todo mentira y que solo ellos conocen la verdad.
No hay nada que argumentar, porque al final siempre te dicen lo mismo, los planes de los Iluminati son inescrutables. Es como discutir con un fanático religioso.
#5 Doy fe. He discutido con gente del INH (que no dejan de ser teóricos de la conspiración), y por más hechos documentados y fuentes primarias que uno saque, siempre vuelve Perico al torno, y se acaban sacando alguna explicación ad hoc con una conspiración secundaria.
#5 No hay nada que argumentar, porque al final siempre te dicen lo mismo
Es que lo que importa no es lo que dicen ellos, es lo que dices tú. Por eso este profesor exponía a sus alumnos a estas ideas: para fortalecer su pensamiento lógico y racional.
Entrenar la mente cuesta esfuerzo, igual que entrenar el cuerpo. No basta con "tener las ideas correctas".
Luego resulta que cuando empezó la pandemia del coronavirus el que tenía las ideas correctas en realidad era Iker Jiménez, "el amigo de los terraplanistas", y mientras los bienpensantes se pasaron dos semanas diciendo que no había ningún peligro en el coronavirus. Pagamos un precio muy alto por tener la mente en piloto automático y por pensar que con estar enfrente de "los que siempre están equivocados" ya tenemos la razón.
Te podría poner muchos más ejemplos, y tú también podrías ponerlos.
"Boghossian tenía por costumbre invitar a sus clases a conferenciantes de muy diversa laya, entre ellos defensores de posiciones poco ortodoxas o abiertamente extravagantes, como terraplanistas, creacionistas o escépticos del cambio climático."
Pues bien ¿No?
#9 Lo triste del asunto es que estoy empezando a ver mayor propensión a aceptar el debate en medios y universidades más conservadores que en los tradicionalmente progresistas
Si hablamos de EEUU, una persona de derechas puede ser contraria al derecho al aborto, o partidaria del mismo. Una persona de izquierdas sólo puede ser partidaria de ese derecho. Pues esta situación se puede extender a muchos temas. Para la derecha, la identidad relevante es la nacionalidad, y nacionalidad solo hay una. No hay mucho que debatir ahí. Para la izquierda, hay cientos de identidades, y cuestionar una sola de ellas te pone en el punto de mira. No hay más que ver como muchas de las feministas radicales (que estaban bien vistas por el establishment hasta hace dos días), ahora son consideradas TERFs y puestas al mismo nivel que la extrema derecha.
Por otro lado, no es tan raro que los conservadores acepten el debate en muchos temas. Su tema clave, aún más que la nacionalidad, es el status quo económico, y cuanto más se debata de otros temas, menos se debate de eso. También es por ese motivo que el poder económico no tiene ningún problema con la izquierda postmoderna.
Y por otra parte un "profesor de izquierdas" (si podemos catalogarlo así), también puede buscar refugio en medios o universidades más conservadoras.
Cierto, y poco a poco ya está pasando. No es exactamente lo mismo, pero me viene a la mente Cassie Jaye, progresista y hasta hace 4 días feminista, aceptando una entrevista en el programa de Alex Jones. Es como si en España hubiera directores de cine de izquierdas que estuviera tan vetados que tuvieran que ir a 13TV para dar a conocer sus películas. Y al final muchas de esas personas, viendo que en la izquierda se les trata como apestados, y en la derecha se les acoge con entusiasmo, acaban escorándose en esa dirección.
De la Wikipedia:
Peter Gregory Boghossian es un filósofo y pedagogo estadounidense. Nacido en Boston, fue profesor asistente de filosofía en la Portland State University durante diez años, y sus áreas de enfoque académico incluyen el ateísmo, el pensamiento crítico, la pedagogía, el escepticismo científico y el método socrático.
Este es el tipo de gente a la que se está persiguiendo en las universidades de EEUU, enviando un mensaje a los demás profesores (especialmente a los de izquierdas) para que tengan mucho cuidado con lo que dicen y hacen si no quieren tener problemas.
#3 a qué te refieres con especialmente a los de izquierda?
#4 Pues a que esta represión la están sufriendo especialmente profesores de izquierdas que se salen mínimamente de la norma postmoderna.
Aparte de que, en los casos en los que afecta a profesores de derechas, estos siempre van a encontrar más fácilmente apoyo o incluso reubicación en instituciones o grupos mediaticos de la derecha.
En cambio en la izquierda estadounidense hoy por hoy es más complicado. Se les echa de su trabajo y se les invisibiliza. Y si tratan de agruparse con otros, en cuanto se asocien con alguien considerado como de derechas, ya se les excomulga para siempre.
Es el equivalente a una persona de izquierdas en España que critique abiertamente al feminismo hegemónico. Independientemente de si tiene razón o no en su crítica, esa persona va a estar vetada en muchos medios de comunicación a partir de ese momento.
La diferencia es que en EEUU el tabú afecta a muchos más temas, y la represión de los disidentes no solo es a nivel de visibilidad mediática, sino que incluye a las instituciones educativas y otros sectores.
#8 Pero no entiendo por qué afecta más a los pensadores de "izquierda". Es decir afecta a todo el que no sostenga o se decida a dudar de la doctrina, ya seas de izquierda o de derecha. No son pocos los profesores que, sin ser liberales explícitamente, han sido expulsados de la universidad. Y por otra parte un "profesor de izquierdas" (si podemos catalogarlo así), también puede buscar refugio en medios o universidades más conservadoras.
Lo triste del asunto es que estoy empezando a ver mayor propensión a aceptar el debate en medios y universidades más conservadores que en los tradicionalmente progresistas