Hace 3 meses | Por Gandark_S1rk a serpadres.es
Publicado hace 3 meses por Gandark_S1rk a serpadres.es

Es muy habitual que se asocie a los niños con altas capacidades a una conducta desafiante, “contestona”, que no acepta órdenes. ¿Es cierto que lo son? Los psicólogos especializados en altas capacidades nos invitan a mirar esta cuestión desde otro punto de vistas, cambiando el chip, porque quizá esta relación devenga de factores ambientales que tienen que ver con la educación jerárquica en la que nos han educado durante años.

Comentarios

tollendo

Algunos profesores, tras pedir tanto que los alumnos participen en las clases, no aceptan ni la más mínima discrepancia de su relato. En su mayoría ni siquiera aceptan que los alumnos den su opinión en clase. Quieren una relación unívoca. Y los niños, que tienen carencias en relaciones sociales, no admiten esto de buen grado.
Como ejemplo, en sexto grado de la antigua EGB un nuevo alumno trasladado desde EEUU llegó a nuestra clase. No era especialmente inteligente pero obviamente hablaba muy bien inglés. El profesor de inglés no aceptaba sus correcciones e incluso le ponía mala nota en la asignatura. El niño aprendió por las malas a decir que sí a todo lo que le decían.
El profesor era evidentemente un miserable pero el resto de profesores tampoco apoyaron al niño. "El listo" era el apodo habitual que usaban a escondidas.
Si esto ocurría con un niño que únicamente sabía más sobre un tema que el profesor (algo no demasiado complicado), imaginad qué ocurre con los niños superdotados. No solo tienen que lidiar con el menosprecio de los compañeros, también con la mezquindad de algunos profesores.

B

La peor suerte que le puede ocurrir a un pobre niño de altas capacidades es la de ser hecho nacer en un país de bajas capacidades o disminuido como España.

Estos pobres niños superdotados suelen fracasar en esos países minusválidos, del mismo modo que empiezan fracasando en los sistemas académicos ordinarios de mierda de esos países minusválidos.

Es un curioso y paradójico efecto, que sufren estos niños superdotados, que yo suelo describir como que la superdotación, en un entorno o país minusválido, se convierte en sí misma en una especie de "incapacitación de ser incapacitado", o "minusvalía para ser minusválido". Es decir, esos niños superdotados, precisamente por sus altas capacidades, fracasan en tener que ser tan minusválidos como el entorno o país en que les han hecho nacer, para poder adaptarse a dicho entorno o país, y por tanto terminan inadaptados y fracasados.

Se puede describir también como una "paradoja del tuerto en el país de los ciegos": en el país de los ciegos, es un ciego el que manda, no un tuerto.