Debe el científico, o mejor dicho, el ciudadano procurar un entendimiento entre pares basado en las certezas que los distintos saberes atesoran. Es por esto que en todo sistema estatal se deja constancia por escrito público como una sociedad se entiende a sí misma. Actualmente a este compendio de ideas básicas de la convivencia se guarda bajo la denominación de constitución o carta magna.
Pero esto es una simple situación transitoria, o en tránsito. La deriva social del homo sapiens desde sus inicios hace unos 200.000 años, constata esta realidad, con el paso de los tiempo la sociedad ha mutado hasta nuestros días. Creer que la cultura en la que se vive es el sumum del avance social es un simple error de perspectiva. La llegada al mundo depara al homo sapiens una vida de aprendizaje, la habilitación genética del dedo oponible y el telencéfalo altamente desarrollado provoca una consciencia colectiva que en comunicación cooperativa deviene en un cambio tras otro en la sociedad por simple hecho de poder analizar con espíritu crítico el legado de los ancestros.
En pleno siglo XXI, este tesoro cultural nos permite introducir un paso más a agradecer por las generaciones venideras. Introducir el hacer científico, tecnológico y artístico en las raíces de las leyes y las normas que nos auto imponemos. Una constitución con estos requisitos debe ser consecuente con ellos, permitiendo su cambio a manos de la siguiente generación.
La tecnología actual nos facilita hacer realidad un concepto que desde sus inicios en la Grecia antigua se enriqueció de nuevos aportes dirigidos a una sociedad más equitativa; sufragio universal y separación de poderes son componentes básicos de un pueblo soberano. Atendiendo a la historia reciente y concretamente a lo que al estado Español compete hay un aporte que no está incluido en la constitución de 1978.
Comentarios
Mi constitución entre delgada y voluptuosa
Debe el científico, o mejor dicho, el ciudadano procurar un entendimiento entre pares basado en las certezas que los distintos saberes atesoran. Es por esto que en todo sistema estatal se deja constancia por escrito público como una sociedad se entiende a sí misma. Actualmente a este compendio de ideas básicas de la convivencia se guarda bajo la denominación de constitución o carta magna.
Pero esto es una simple situación transitoria, o en tránsito. La deriva social del homo sapiens desde sus inicios hace unos 200.000 años, constata esta realidad, con el paso de los tiempo la sociedad ha mutado hasta nuestros días. Creer que la cultura en la que se vive es el sumum del avance social es un simple error de perspectiva. La llegada al mundo depara al homo sapiens una vida de aprendizaje, la habilitación genética del dedo oponible y el telencéfalo altamente desarrollado provoca una consciencia colectiva que en comunicación cooperativa deviene en un cambio tras otro en la sociedad por simple hecho de poder analizar con espíritu crítico el legado de los ancestros.
En pleno siglo XXI, este tesoro cultural nos permite introducir un paso más a agradecer por las generaciones venideras. Introducir el hacer científico, tecnológico y artístico en las raíces de las leyes y las normas que nos auto imponemos. Una constitución con estos requisitos debe ser consecuente con ellos, permitiendo su cambio a manos de la siguiente generación.
La tecnología actual nos facilita hacer realidad un concepto que desde sus inicios en la Grecia antigua se enriqueció de nuevos aportes dirigidos a una sociedad más equitativa; sufragio universal y separación de poderes son componentes básicos de un pueblo soberano. Atendiendo a la historia reciente y concretamente a lo que al estado Español compete hay un aporte que no está incluido en la constitución de 1978.
¿Probamos a separar los poderes en origen?